Rojo y Negro - Querido Sorel


Julien Sorel es el protagonista principal de la obra y proviene de la familia pobre vive en las afueras de la ciudad y se aprende un libro de memoria que es la Biblia. Se adentra en una subida de estatus que acaba en una terrible caída, atravesamos la vida de Sorel entre amoríos imposibles y metas inalcanzables. El género de esta novela es el Bildungsroman, conocido en español como novela de aprendizaje, aunque también se considera novela psicológica. La trama sucede en la Francia de 1820.

Una trama lenta, a veces asfixiante, muy de la época, a veces aburrida. Tienes que leer con calma, no precipitarte, no es una lectura rápida, Seguramente no guste a muchos, seguramente no te guste mientras la leas, pero acabarás encandilado al leer la última página. Es un presagio. Las movidas políticas de Francia es lo que más me ha aburrido, es un libro largo y tedioso, pero merece la pena, quién lo iba a decir. Eso sí, por su portada esperaba algo más siniestro, pero Rojo y Negro no decepciona, para lectores que tienen paciencia desde luego.

Autor y estilo

Stendhal era un Francés amante del arte (véase síndrome de Stendhal para su curiosidad), perteneciente a la corriente del realismo, se consideraba a si mismo ateo. Se le reconoce por su análisis psicológico que hace de los personajes de sus novelas. He de decir que se nota bastante que esta obra es realista, ya que cuesta muchísimo de leer. A mí, personalmente, el realismo no me entusiasma.

Una sensibilidad intensa, unas descripciones de las emociones humanas casi a la perfección, el romanticismo, la desesperación, el fracaso y la depresión. Stendhal no deja indiferente a nadie, a pesar de su posible pesada lectura merece la pena darle una oportunidad simplemente por la maravilla de personajes que crea.

La lectura es algo lenta, ya que la obra mezcla asuntos políticos, además de que Stendhal trata de narrar toda la vida de personaje, con el mayor lujo de detalles, y algunos no son tan interesantes. Pero es necesario pasar por el seminario del protagonista para conocer su desazón y como de miserable se siente en su soledad casi autoimpuesta. El recorrido que nos hace el autor por su vida acaba por convertirnos, apiadándonos de aquel personaje, Julien Sorel, que tan hipócrita es y a su vez tan simpático. Hablaremos de él a continuación.

Análisis del Protagonista


La pretensión de Julien es convertirse en una especie de Napoleón que cambie el curso de los acontecimientos de su historia, quiere ser un líder, un guerrero, pero a causa de su humilde cuna, cómo se dice en la novela, no puede permitírselo. Así que decide llevar una vida de hipocresías para llegar hasta su objetivo.

El problema es que Julien Sorel detesta está hipocresía en la que vive y se debate constantemente entre sus objetivos y sus ideales. Es un personaje que se critica a si mismo constantemente como hipócrita, tanto el personaje como el narrador lo tildan con dicha tara, y sin embargo es el personaje más fiel a sí mismo de toda la obra. De hecho podemos decir que es casi hasta un héroe, que al final vence el yo, triunfan los ideales por delante de la avaricia y el éxito.

A pesar de ser un personaje polémico, presenciamos su ascensión y caída, acabamos cogiéndole cariño e incluso tememos por su vida, le compadecemos cuando está a punto de caer, porque vemos su triunfo tan cerca, pero su destino estaba ya escrito. Y a pesar de ser una caída, no es una completa derrota, sino que muere de pie, victorioso, ya que Sorel tiene la oportunidad de salvarse si sigue el camino de la hipocresía, si continúa con su plan hasta el final, pero decide morir con honor. Este es uno de los momentos más importantes para mí, pues Sorel prácticamente se suicida por sus ideales, ya no quiere ser un falso, no quiere ser una sombra, quiere ser algo real.


También es verdad que Julien sufre mucho durante su vida, que está cansado de luchar (y sin embargo nunca se rinde salvo al final, pero solo por sí mismo). Me recuerda mucho a un Piscis en eterna hipersensibilidad, con un sufrimiento constante. Se preocupa de manera obsesiva por todo lo que le ocurre, tiene una manera tan profunda de pensar que la mínima cosa que obra puede ser un error, quizá un gesto de más les dio una impresión negativa a sus semejantes y la opinión de los demás es su droga principal. No vive, pues tiene miedo de todo lo que le rodea, de las críticas, miedo al fracaso, basa su felicidad en lo que piensen las terceras personas y Francia es dominada por una hipocresía que imposibilita cualquier grado de satisfacción.

Todos, quizá los que somos honestos, pero quiero pensar que todos y cada uno de nosotros, nos sentimos identificados en parte con esta historia. La asfixia de vivir en un mundo plagado de mentiras, donde todo son mímesis de otros rostros y todos llevan solo una máscara, donde has de fingir en constancia, y eso es cansado, es una vida dura. Ocultas tus emociones, porque todos son velos, capas de una cebolla, y contra más luchas contra él más te aíslan, eres un loco que dice verdades, pero por esa necesidad de sociabilizar te destruyes, te vendes a aquel mundo de sombras, y cuando te miras al espejo no ves nada. Y te gustaría que todos te hablaran, con sinceridad, que alguien decidiera descansar de aquel rostro comprado y te dijera: sí, estoy cansado de esta vida, cambiemos las cosas. Pero nunca sucede, porque ellos temerán vivir, sí, pero temen todavía más las críticas, el rechazo. Temen a la sociedad.

Este es el mundo en el que vivimos, el universo de Rojo y Negro, la hipócrita Francia de 1820, donde importan las apariencias y las riquezas, aunque sean tan solo dibujos en una imaginación imprecisa. Donde el amor de un Sorel enamorado es un suicidio social. ¿Si todos tenemos tantas ganas de quitarnos esta piel que llevamos como disfraz, día a día, por qué nadie da el paso? Porque seguimos torturando almas marchitas, atrapadas en un cajón demasiado pequeño. Suponemos que nadie tiene la respuesta.

En esencia, da mucha pena darse cuenta, al final de la obra, como Sorel ha desperdiciado su vida en preocupaciones innecesarias. Cómo podría haber sido más feliz si se hubiera despejado un poco de aquellos espectros que acechaban su cabeza, porque era una preocupación constante, un qué pensarán, un qué dirán, un y si esto ha destruido mi carrera. Y estas nimiedades no eran nada, eran una gota más de azufre en un océano ya empantanado. ¿Cuántos pensamientos tóxicos tendremos día a día que nos matan poco a poco? ¿Cuántos de nosotros seremos un Julien Sorel, dejándonos canibalizar por un mundo hipócrita?




Un personaje con una sensibilidad intensa, que vive el amor de una manera un poco egoísta ya que parece que no le importan las barreras que pueda encontrarse, ya sea un marido o diferencias de clase va a por aquello a lo que ama y evidentemente sufre más que nadie porque esa emoción tan profunda que posee le impide dedicarse a su verdadero objetivo, que es triunfar en la vida.

Sorel es un ejemplo perfecto para todas aquellas personas que viven en preocupaciones constantes, es una especie de catarsis para aquellos que no se dan cuenta de que realmente están desperdiciando su vida, las cosas son más sencillas de lo nos instamos a creer, cambiar algo imposible y estático solo genera ansiedad, y es esa impaciencia, esa imposición frente a la montaña, lo que nos arruina el espíritu. Sorel es esa persona que muere sin haber vivido por miedo y una vez en lecho de muerte se da cuenta de lo que ha perdido tantas oportunidades por un sentimiento tan intenso de vergüenza, de humillación, de inferioridad.

Una cosa que nos puede enseñar Julien Sorel es a relajarnos, a pensar menos las cosas, a encontrar lo que deseamos sin descanso, sin miedo del qué dirán, teniendo confianza en uno mismo sabiendo que lograremos el propósito, disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y tener siempre una sonrisa.

Y si todo esto te es imposible, por tu personalidad o por cualquier otra cosa, Sorel también nos da una enseñanza, otro camino: muere de pie, nunca de rodillas. Se fiel a lo que piensas, en el último momento, aunque hayas llevado una vida de hipocresía y de sinvergüencería, lo que importa son las intenciones finales. La enseñanza de una existencia. Quizá por eso estas novelas se llaman de aprendizaje, porque nos enseñan muchas cosas ocultas de nuestros interiores.


Oda a un Sorel

En cada reacción encuentras una tragedia, son demonios que acechan, todo es un problema y nunca ves soluciones. El amor a veces te alivia de aquella vida que te ha torturado tanto, pero como no puedes perdonarte de aquellas cosas que no tienes culpa, que están fuera de tu control, como tu nacimiento, tu familia o los pensamientos de la sociedad, sufres, expiras en vida.

Todo parece querer controlarlo con su dedo y no puede, y esto le frustra, por lo tanto a veces se queda paralizado, quieto, y muere con miedo. Pasa enormes temporadas depresivo, en la soledad más absoluta, porque no ve que dentro de aquella hipocresía social pueda haber un resquicio de verdad, una luz que ofrezca confianza, teme tanto que no se arriesga. Y cree que se le castiga porque lo merece, no intenta nada en absoluto, sino que se martiriza constantemente más incluso que aquellos que dice que le odian.

Y sí, nació pobre con pretensiones enormes de riqueza, se encontró con tantos obstáculos que todos le parecieron montañas, el amor nunca le resulta y se marchita, las piedras son ingentes en su camino, la gente le odia por esa singular carisma y ese brillo especial que poseen sus ojos, los de las personas con un don para esta vida. Y sin embargo, no ve nada bueno, la suerte que ha tenido en encontrar el amor, la suerte de haber podido encontrar un trabajo decente y una buena familia. Todo es negativo, porque sus metas son tan altas que nunca está satisfecho, pero lo peor de él es su complejo de inferioridad por aquel nacimiento en el fango, y nunca se lo perdona a sí mismo. Como si fuera el mayor error de la historia.

Tratará siempre de cambiar el curso del agua, obsesionado por aquellos pensamientos mezquinos que le consumen, sin vivir en absoluto, encerrado en sí mismo y con tanta sensibilidad en su corazón, con tantas ganas de mostrarse al mundo. Y temo que acabes como él, muriendo sin haber vivido, sacrificándote por unas ideas que por nobles no te convienen, porque aunque el mundo sea hipócrita tú puedes jugar su juego. Y ganar. Pero antes debes perdonarte.


 

Conclusión

Hace tiempo que lo pienso, que me di cuenta, soy un Sorel luchador, alejado de aquellos que me rodean, detestado por la muchedumbre, y no sé si es por aquel brillo especial que dicen en la novela o por otras razones que, al ser mías, no puedo verlas. Pero, hay una solución a esta diatriba, ser un hipócrita. Y no por ganancias, no por éxitos, no por oro y plata, sino por sobrevivir a un enemigo indefinido. Por demostrarnos qué, por muchas máscaras que portemos en este cuerpo, por tantos avatares que vistamos, siempre habrá una verdad inquebrantable, un paraíso honesto bajo nuestra alma, esperando a explotar cuando todos se enamoren de nosotros.

Así que no, no quiero ser un Sorel que caiga por su incapacidad, por su depresión congénita, por su piscis preocupado; quiero ser un luchador, una serpiente, un traidor si hace falta, porque en un mundo de hipócritas solo se aprecian las mentiras. Pues alguien deberá mentir, para ser el rey de las mismas, y destronarlas una vez esté en la cima. Espero que esta conclusión se entienda, que a partir de ahora seré la persona más hipócrita que exista, pero, por dentro, seré tan solo un pobre Sorel temeroso de la vida.

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