—No pares, bésame, bésame más fuerte —dijo Milena. Él mostraba un ceño fruncido, cierta incomodidad, pero siguió besándola —Espera, mejor vamos a la cama —dijo él. Intentaba separarse de su abrazo, pero le era muy complicado. Milena se aferraba como un súcubo hambriento. …
Si alguna vez os habéis topado con un demonio conoceréis aquella sensación. Al principio no le tendréis miedo, porque se disfrazará para vosotros. Querréis acercaros, para tocarle, para sentirle, para conocer que hay al otro lado. Cuando se quite la máscara el peligro acecha…