Desdoblamiento




Un hombre engalanado salió de un alto edificio con millones de ventanas, parecía aquello la torre de Babilonia, irguiéndose poderosa ante la ciudad bullendo humanidad. La moderna metrópolis, llena de extravagantes e innecesarios monumentos, era eclipsada por aquel edificio, obra sin duda de un gran maestro de la arquitectura. No era especialmente vanguardista, ni un clásico admirable, era simplemente una imagen extravagante de la avaricia humana. Mostraba cierto encanto grotesco, como un Dios perverso. El pavor que portaba la torre en la noche evitaba que los maleantes de la zona vagaran a sus anchas por aquellos lares. La luna se reflejaba en las ventanas y quedaba como un precioso diamante, reluciente. Llegaba hasta el cielo, como el ego de aquel trajeado señor que salía de sus grandes compuertas de cristal.

Este hombre, con una larga gabardina y unos mocasines ruidosos, andaba por la explanada en dirección a una lujosa limusina, que le esperaba junto a un servicial chofer. El chofer, con una mirada austera, abrió la puerta al señor y, cuando este hubo pasado, la cerró automáticamente. Sus movimientos, casi inhumanos y programados por algún ordenador, no tenían nada de natural. Aquella falta de humanidad le gustaba al hombre de negocios, pues lo que más le molestaba de la existencia mundana era la imperfección. El error que yacía desde la imprenta.


Dentro de aquella limusina se encontraban dos hermosas mujeres, exuberantes y deliciosas, con sonrisas pícaras y lascivas. Aquellas doncellas, evidentemente más jóvenes que el trajeado, ya entrado en años y con algunas canas asomando en sus finos cabellos, sonreían al magnate, más por interés que por verdadero afecto. Aquellas mujeres también portaban cierto automatismo que a cualquiera hubiera dejado frío, desconfiado y atónito. Cómo si hubieran sido creadas para aquel fin: seducir a este hombre de negocios. Acariciaban su cuello, bajando la mano por el pecho de este y sonriendo de manera excelente. El minibar, a pocos metros de ellos, estaba lleno de licores y bebidas embriagantes. Pronto abrieron una botella en cuanto el magnate le ordenó al chofer una dirección.

Aquel hombre acababa de cerrar un contrato millonario que le llevaría, sin duda alguna, al éxito más absoluto. Su nombre iba a parecer en todos los periódicos del país y, quizá, del mundo. Todos recordarían su estrategia empresarial y la plasmarían en los libros, había desbaratado las premisas del marketing, creando una nueva imagen y un nuevo método. Se sentía orgulloso, como un auténtico Dios. Aquella era su celebración y se dirigían a un conocido restaurante de la zona, donde había reservado una zona privada para abrir una botella de cava y compartirla con sus hermosas damas.


Su Smartphone comenzó a vibrar febrilmente en el bolsillo interior de su chaqueta, con un rostro ofuscado lo agarró, sacándolo con cierta violencia. ¿Quién osaba molestarle en aquel momento? Su intuición nunca le fallaba. En la pantalla de su móvil aparecía el sobrenombre de "El ogro". Se lo imaginaba, ella era capaz de destruir los mejores momentos, su olfato le dictaminaba cuando era el adecuado, el momento más feliz y glorioso del magnate, para, rápidamente, ir a pisotearlo y borrarlo para siempre. El hombre trajeado simplemente colgó, no quería ser molestado en aquel momento. Fuere lo que fuere, podía esperar.

El chofer conducía tranquilamente y con elegancia, pero al llegar a una intersección otro coche, conduciendo a demasiada velocidad, colisionó justo en el centro de la limusina. Apenas le quedó tiempo para mirar al conductor, ni su pie fue capaz de apretar el acelerador, ni de rozar el freno. Ambos autos quedaron destrozados en medio de aquel cruce de caminos, donde cuatro senderos se encontraban. Solo hubo un muerto en aquel accidente.



El hombre de negocios abrió los ojos, una extraña luz estaba frente a él, deslumbrándole. Amaneció en la habitación de un hospital. Se sintió aliviado y suspiro, intentado incorporarse. Sentía su cuerpo más liviano de lo habitual, parecía que no tenía daño ninguno. Posó los pies en el suelo y se sintió extraño, quizá era la medicación o los analgésicos que, seguro, le habían administrado. Cuando se giró para ver si alguien yacía en las sillas rayanas a su cama, para visitantes y familiares, no había nadie, pero por el rabillo del ojo vio a alguien tumbado en la camilla. En la camilla que juraría acababa de abandonar. Cuando se giró completamente para ver aquel hombre quedó perplejo, con ojos como platos observaba la escena, sin dar crédito a lo que veía. El cuerpo que estaba tumbado en aquella cama era el suyo, podía verse a sí mismo agonizando, observando su último aliento. El último minuto de su miserable vida estaba ocurriendo en aquel instante. Una enfermera apareció ante el pitido constante de la máquina que controlaba su corazón, ahora podía ver a las personas de su alrededor. Agarró su pecho, sintiendo cierta presión, un leve dolor que crecía por todas sus extremidades y se agravaba conforme iba recorriendo su cuerpo. Aparecieron médicos e intentaron reanimarle, pero no había esperanza. El hombre, sintiendo el agudo sufrimiento, dejó de tener miedo. Ya no había nada que hacer, él iba a morir. Vio que el dolor desaparecía y mostró una sonrisa. Una sonrisa de aceptación, de adiós a la vida. Una poderosa brisa le arrolló, que pronto se convirtió en un huracán que lo alejó de aquel lugar, llevándolo muy lejos de allí.



Llegó a una habitación oscura, pero nada más dar un paso una luz se encendió sobre él, observando ahora un gran espejo. Se acercó a este, mirando fijamente su reflejo, tocando el espejo con las yemas de sus dedos suavemente. Su cuerpo no solo no tenía rasguños, sino que se veía más joven y mejorado, lleno de vitalidad y energía. Parecía imposible, cuando sonreía se dio cuenta de que su reflejo no le acompañaba. De los ojos de doppelgänger caían lágrimas. El magnate miró asustado, algo indeciso, Entonces, la persona que se encontraba al otro lado pronunció las siguientes palabras:



"¿No me recuerdas? Porque yo si me acuerdo de ti, sí, muy bien, cada ápice de mi ser recuerda tu repugnante existencia. Cada día me bañaba en un mar muerto lleno de cuerpos marchitos y la sangre ya rancia se filtraba en mi ser envenenando mi alma. He intentando muchas veces con verdadera insistencia olvidar este el que ha sido mi paso por el mundo contigo, pero mi voluntad es escasa frente a semejante desfachatez tuya. Fracaso en dicha empresa cada segundo. Y son tan arduos y candentes los rayos del alba que es imposible que mis ojos, queriendo ser ciegos, ignoren la horripilante realidad de tus atrocidades. Pero por fin dejé de soñar, deje de soñar en el día del juicio final, el día que yo elegiría tu destino, desperté de la pesadilla que me ofreciste y ahora seré tu juez y dictaré la sentencia que te mereces.

Y es que, por si no lo sabías, he estado viviendo en ti, he recorrido el mundo entero hasta encontrarte, vivido mil hazañas y trepidantes aventuras, unas más bonitas y otras más duras, pero todo ha sido por ti. Y me lo pagas convirtiendo este camino que esperaba de rosas en brasas. Ha sido un verdadero infierno, como una llama ardiente en mi pecho hirviendo mi sangre. Hubiera preferido la nada a experimentar tus recuerdos, compartir tu vida, hasta la más cruel de las torturas, hasta el castigo más desorbitado sería más placentero que estar en tu piel.


He visto cosas terribles a través de tus ojos, como manchabas nuestras manos de carmesí, robándole la esencia a inocentes y expulsando su alma a patadas. Vi con mis propios ojos, ¡yo, lo hice con mis propias manos! ¡Tú me obligaste a hacerlo y no me puedo mirar al espejo por tus sucios actos, bastardo! Como a la flor más bonita le quitabas el color que le daba alegría y su gozo cesó con la imagen de tu rostro obsceno. Como les arrancabas pétalo a pétalo la vida, con una gran regocijante sonrisa. Y como dejabas a los niños sin alegría, sin hogar ni patria, ¡y seguías riendo, infame! ¡Cómo pude yo elegirte entre tanta gente para ser mi media parte, dime! ¡¿Cómo yo pude?! Me es vital olvidarte, los recuerdos me revuelven, es necesario separarme. En la noche me persigue cada ilustración bien detallada, la carga es demasiado pesada. Sin descanso alguno cada noche me atormentan.


He estado dentro de ti todo este tiempo y conozco todos los errores que has cometido, conozco tus faltas y tus virtudes, lo sé todo de ti. Soy tu conciencia y ahora estoy aquí para ser tu juez. No podrás escapar de mí. Vidas sacrificaste y yo las veía marchar saludándome melancólicas por la vida que acababan de perder. Y aun tristes una mueca de felicidad intentaban responderme, reconociendo mi inocencia.

No merezco pasar por esto, cada segundo ha sido una pérdida de tiempo. Regurgito tus recuerdos, pero ahora pagaras mi sufrimiento. Muchas veces aseguré tu odio hacia mí, esto lo hago por ti, por mí, por todos, porque te mereces la verdad y la realidad es esta: estás condenado.


Siempre estuve contigo, fui destinado a encontrarte desde que tengo memoria, yo fui quien elegí estar contigo, he recorrido el mundo entero, pero no quiero seguir caminando en tus zapatos."

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