Nuestro nexo desesperado regalo,
Y con desprecio me hallo,
Por el obsequio de tu visión.
Encuentro confuso un cuchillo
En mi espalda clavado preciso,
La sangre corre ante mi desazón.
Solo representa un escarmiento,
En la vidriera rota de mi corazón,
Que mi alma repudia.
Pues silencioso creció el afecto,
La fortuna con su lápiz dibujó
Que fuésemos solo penuria.
Pero el tiempo no corre,
En mis sentidos se estanca,
Y me desgarra el olvido,
Que en el abismo descansa.
Este, mi genio, destruye.
Pero tu causa es mi efecto,
Y el tuyo mi consecuencia.
De pecado no libramos,
Nuestro calvario llamado amor.
Se lo llevan los vientos infaustos,
Donde los espectros aúllan su clamor
Solo mi oído percibe,
Los gritos de desespero,
De castigados sin promesas.
Mentiras inaudibles
Que huyen de tu presencia,
Pues son más nobles,
Que la persona que los profesa.
Verdad de fines,
Nuestra ablación potencia.
Conclusiones viles,
Que a tu negra arena atormenta.
Y si en algún momento,
En mar de lágrimas me aciertas:
Pasea, camina, y que tu sonrisa,
Brille y me ignore con tesón.
Falsea la mala costumbre,
De nuestro encuentro,
Y borra cada cuento,
Para que se apague la vela.
Cuando quieras regresar,
Mi ánima será nula.
Y desesperado el aire que jadeaba,
Por fin se sosiega.
Camino en pos de furia
Ese es mi cometido,
Mi determinación.
Espero una señal,
Que me alumbra,
Que me de motivación.
El infinito principio,
El carente final.
Mira a tu reflejo,
Tu máscara verás.
La que forjaste conmigo,
Ocultándome tus sentidos.
Para que el secreto,
Permaneciera perdido.
Mi llama se apaga, bajo lluvia,
Consuela y cura mi angustia,
Se diluye mi esperanza en tu fusta.
Una gota rozó la flama,
Y no quedó ni pasión ni rabia.
Sólo este momento para corregir,
No hay otra oportunidad para concebir
Escucha la voz de certeza,
Que te apela, pero tú la desechas.
Tanta fricción que ardió en llanto,
Ahí se aprecia tu encanto,
Pero ya destruiste mi batallón.
Sufriendo me encuentra el destino,
Se sienta a mi lado ladino,
Risas de escarnio ante mi sinrazón.
Que tu presencia a mi puerta porte,
La muerte con sempiterna vesania.
Un perecer de dos estoques,
Que perdone todas mis faltas.
Esfuma todos tus embustes,
Que aniquilaron con esmero,
Mi pilar, mis muros, mi conciencia.
Me traes un cobijo sin techo,
Devuélvelo a su tierra.
Porque yo no lo deseo,
Demasiado conocí tus tretas.
Y previsible es mi hecho,
Que sigo tras tu esencia.
De rosas malditas te cubro
Poseídas por tu falsedad y vileza.
Despierto en mi sepulcro,
Un féretro con tu nombre.
En el epitafio la data,
de nuestra muerte en vida.
Y que la tortura se muestre.
Y todo esto camina por mi memoria,
como un extraviado errante.
Sin rencor y sin orgullo,
Recorre los montes antiguos,
Con gesto incesante.
Poesía muy vieja que escribí en mi adolescencia, aproximadamente hace unos seis años. Espero que os haya gustado, aunque este estilo ya no forme parte de mi repertorio.
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