Los renglones torcidos de Dios



 Hay libros que me encantan, libros tan geniales que, carente de palabras negativas, insuficientes las alabanzas que pudieran hacérsele, las críticas literarias de dichos se han quedado en silencio, permaneciendo inexistentes. Libros geniales que he leído hasta ahora (desde el comienzo de esta página), como El Hobbit o Crimen y Castigo. Pero este libro no es uno de ellos. Sin duda es el peor libro que he leído en mucho tiempo, superando a El ocho en repugnancia.

Da la casualidad de que es un tema que he masticado mucho estos últimos meses: típico thriller psicológico en el cual las ilusiones y la realidad se entremezclan tanto que no eres capaz de distinguir vigilia de sueños. Algo que, seguramente, en la época prehistórica en la que vivió el autor fue algo tan novedoso que le edificaron un tótem o una estatua, pero hoy día este libro está demasiado pasado de moda.

Las críticas positivas que rondan por la Web me han hecho ser más cruel que nunca con esta pila de basura que es el libro, pues odio cuando alguien no es capaz de ser objetivo y me encanta llevar la contraria. Es mi hobby personal. Sin duda este libro podrá entretenerte, pero de obra maestra no tiene nada, esto es un insulto a la inteligencia.

Un tema masticado, engullido, regurgitado y vuelto a engullir, algo que -quizá es algo que solo me ocurre a mí- veo demasiado por todas partes. Quizá porque me apasiona el género psicológico, pero una cosa es crear una fórmula y aprovecharte de ella, y otra muy distinta es coger la fórmula y violarla despiadadamente. Mutilarla hasta sacarte todo su jugo. De hecho me ha aburrido tanto esta novela que ni he podido leer hasta el final, he tenido que pasar páginas y páginas hasta leer el final verdadero, con un amargo sabor de boca sabiendo que lo que estaba leyendo lo había intuido desde el minuto uno.

Pasajes que sobran, reiteraciones constantes, estilo pesado, severo, pomposo, grandilocuente de una manera pobre y burda, casi como intentando demostrar algo que este autor no puede. Sin duda alguna la protagonista es una proyección del propio autor. Este libro es para pseudointelectuales que quieran fardar de las lecturas que leen, diciendo: "mira, por leer esto soy mejor que tú, soy inteligente, ¡miradme!". Y esta fauna ignorante y necia gustan del lenguaje excesivo y superfualmente culto, queriendo llenar una vasija que yacía vacía por siglos.

Porque todos hemos leído libros grandilocuentes, con lenguaje culto que nos ha hecho derretir los sesos, y nos han encantado. ¿Por qué? Porque esos escritores sabían cómo jugar con su vocabulario, porque la manera de expresarse y su estilo eran suntuosos. Sin embargo, también sabemos cuando alguien quiere y no puede, cuando alguien es pedante.



Intenta de manera fallida confundir al lector, cualquier persona con dos dedos de frente sabría el final antes de leerlo, cualquier persona sabría la respuesta. El autor no consigue crear ese aura de confusión, de mezcla de realidades y dimensiones, ese ápice de locura, de delirios. No, él no sabe hacer eso y por una simple razón. El autor no creó absolutamente NADA de esta novela, no fue imaginación suya la que creó este libro, sino la experiencia. He aquí el problema. Este hombre fue a un asilo de dementes y copió en su libretita todo lo que los locos hacían. ¿Qué mérito hay en copiar y pegar? Por eso no hay magia en sus palabras, por eso su historia queda insípida, por eso no supo crear el ambiente correctamente.

Libro pesado, lo único interesante es la información psiquiátrica que te ofrece, pero si no gustas de estos temas te hastiará en demasía. No a todos los gusta la psicología y psiquiatría. Te molestará la protagonista principal hasta el punto de querer quemar el libro y escupir sobre la tumba del escritor (que seguro está muerto pues ya en la foto tenía tropecientos años y este libro lleva en mi casa como otros cien). Todo le sale bien a la protagonista, es la mejor, la más sabia, la más inteligente, la mejor estratega: todo sale como ella quiere, siempre, todos la aman y están enamorados de ella. Que viva el cliché.

Perfecto para el lector medio porque no exige mucho esfuerzo. Pero para gente que lee cosas de mediana calidad esto le parecerá una basura, hablando claro. De verdad, no os leáis este libro, por lo que más queráis.

Y tenía mucha bilis que soltar, pero he decidido ser lo más objetivo posible. Cosa que, en este caso en particular, podría serme complicado. Y así fue, ¿no?

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