Demasiado Perfecto



Estás en el altar, ella se acerca al son del órgano, paulatinamente, el brillo de las luces va penetrando poco a poco en ella. Está hermosa, ¿verdad? Sabes con certeza que pasaréis una maravillosa vida juntos. Nada más mirarla al rostro visualizas el futuro, de forma tan clara como los mocasines que llevas en ese momento y que te miras con vergüenza, sin creer todavía que la felicidad pudiera ser tan sencilla. Tu lees su sonrisa, ella piensa lo mismo, se ruboriza y se planta frente a ti, frente al cura, cada espectador emocionado guarda silencio.

El banquete, delicioso, la luna de miel, espectacular; pero la sensación de que nada puede ser más bello que ella, que nada puede ser más perfecto que sus ojos, se queda en tus labios como un dulce bocado. Y pronto compráis una casa a la que le teníais el ojo echado, amuebláis sin disputas cada rincón de vuestro nuevo hogar, todo es maravilloso.

¿Podría ser mejor? ¿Podrías pedir algo más? Y es que junto a ella todo son rosas sin espinas, es calma, es alegría sin frenos. Por eso, nada podrá parar esta euforia, porque no importa el donde, no importa el cómo, sino el con quién, y estás junto a ella. Aquel éxtasis que tanto se comentaba existe, en tu sangre, en los corazones. Nadie podría entenderlo, salvo encontrar ese dichoso cáliz sagrado.

Estás en la cocina, le preparas la cena. Sabes exactamente lo que le gusta: pimientos rellenos y gambas. No se te da extremadamente bien la cocina, te cuesta un poco, pero lo intentas. Partes los pimientos, el arroz está en marcha, recuerdas haber comprado gambas de primera calidad, también has pedido un vino en tu restaurante de confianza. Esta noche concebiréis a un hijo, estás seguro de ello. Estás preparado.

Mientras partes el tercer pimiento, el cuchillo se te rompe, el filo se queda incrustado en el vegetal, el mango en tu mano. Ríes entre dientes, algo silencioso, recoges el estropicio, con la fuerza del intento has manchado la encimera entera de rojo pigmento. Tiras el cuchillo a la basura, no es seguro para tu amada; limpias la encimera con el paño; abres el cajón, pero no encuentras lo que buscas. En su lugar tu mirada se topa con:

En este relato el lector juega un gran papel en el final de la historia, elige el objeto que se encuentra el personaje y continúa.

A) Una pistola.


Te encuentras una pistola, tiene balas, no puedes creer que haya un arma en la cocina. Miras alrededor, no sabes si será de ella. No, sabes que NO es de ella, pero conoces la razón de su existencia. Sabes por qué está ahí.

"¿Habré de usarlo? Si está ahí es para algo, es un objeto... y debe ser usado como tal, ¿no? Para eso lo has puesto ahí, ¿verdad?".

"¿Entonces... lo uso?". Lo agarro y lo levanto en el aire, se siente bien, se siente correcto. Si no quieres que lo haga ahora es el momento de detenerme, porque ya no puedo parar yo solo. Me acerco a ella, está viendo la televisión, tan tranquila, ignora completamente lo que va a ocurrir. Es hermosa, demasiado; es perfecta, como un ángel. Se ríe de algo que dice el cómico que aparece en la pantalla, el futuro juntos se desvanece, nuestra vida se pudre, se la come la tierra. Cae una lágrima por tu mejilla. Cae una lágrima por mi mejilla. Pero tú... tú lo sabes, puedes pararlo, y aun así no haces nada.

"Te gusta, ¿cierto? El gusto por lo sádico, esas cosquillas perversas".

Una bala en la frente, directa al chacra corona, sangre en el sofá, en la manta, en los cojines, cae al suelo, mancha la moqueta. Luego tendré que limpiarla. La pistola desaparece de mi mano, ya no lo tengo. Lloro frente a su cadáver, su sangre cae por mis labios, su sabor es horrible, sigo llorando. Mis lágrimas se mezclan con el liquido cobrizo que es casi como un río en la sala de estar. Y yo te maldigo, por poner esa pistola en mis manos, porque una pistola ha de dispararse. Te maldigo, te odio, porque me has obligado y, lo que es peor, no hiciste nada para evitarlo.


"Tuve que matarla, el autor puso una pistola en el cajón. Y tenía que usarse".

B) Un ramo de flores.


Encuentras un ramo de flores, algo aplastadas. No son tuyas, dudas que sean de ella para ti, ya que llevan semanas ahí dentro, ya están marchitas. Se nota que las han machacado, seguramente golpearon con ellas a alguien o algo. No quieres pensar lo que piensas, pero es inevitable. Te percatas de que hay una tarjeta.

"Para ti, mi bella, nunca te vayas de mi lado. Te ama, José".

No es posible que esto esté ocurriendo, porque lleváis casados menos de un mes, estáis siempre juntos, pero esta prueba tan fehaciente es suficiente para hundirte en la miseria, para aceptar la derrota. Te acercas a ella, está viendo la televisión, tan tranquila, ignora completamente lo que va a ocurrir. Es hermosa, demasiado; es perfecta, como un ángel. Se ríe de algo que dice el cómico que aparece en la pantalla, el futuro juntos se desvanece, nuestra vida se pudre, se la come la tierra. Cae una lágrima por tu mejilla. Cae una lágrima por mi mejilla. Pero tú... tú lo sabes, puedes pararlo, y aun así no haces nada. Puedes parar mi sufrimiento, simplemente borrando esas flores, quitándolas, no habiéndolas puesto nunca en ese cajón del demonio.

Pero no lo haces, no lo harás, porque disfrutas, ¿cierto? El gusto por lo sádico, esas cosquillas perversas. Sé que esas flores no pueden ser para ella, que ella no me ha sido infiel, que son tuyas, que las has puesto ahí para mí, para que yo las vea. Pero ya es demasiado tarde, no te has pronunciado, y le he golpeado en la cara. Ella llora, yo lloro, tú lloras. Hago mis maletas, ella me suplica, trata de marcharse ella, pero soy yo el que necesita aire, tiempo. Muerte.

Se aferra a mis piernas, no me deja marchar, yo ya no puedo mirarla a los ojos. Le echo cosas en cara, la perfección ahora ya no tiene buena cara, el ángel pasó a ser diablo. Ya no es éxtasis, es un mal viaje de marihuana, y tú todavía puedes evitarlo, puedes arreglarlo, si quieres, si quisieras. Pero prefieres verme sufrir, porque es más divertido. Haz algo, antes de que pase algo. Pero ya no hay marcha atrás, porque sé que solo hay silencios en tus labios, y yo la empujo hacia la ventana, haciendo que caiga por ella y se haga mil pedazos rosados en el suelo. Y yo te maldigo, por poner ese ramo de flores en mis manos, porque una pistola ha de dispararse. Te maldigo, te odio, porque me has obligado y, lo que es peor, no hiciste nada para evitarlo.

"Tuve que matarla, el autor puso un ramo de rosas en el cajón. Y tenían que usarse".

C) Una cruz cristiana.


Te encuentras una cruz cristiana. Os casasteis por lo civil, con lo cual te sorprende. No habías visto una desde que eras niño, tu familia no es dada a las religiones. Pero aquella visión presiona un botón en tu cabeza, la agarras con cuidado. Te parece hermosa. Y por un segundo todo permanece, pero en un segundo pasan muchas cosas, y en tu interior comienza a rugir un fuego ardiente, que quema tus entrañas con un intenso sentimiento de culpa.

Y un objeto nunca surge por casualidad, el objeto está colocado en su lugar por algo, eso me hace pensar. Pensar que he olvidado algo, una parte tan importante de mí como mi alma. Dos egos se contradicen, se confrontan en mi interior, pero solo uno gana, porque tú lo has predicho, porque has puesto ese crucifijo en el cajón. Y aunque mi decisión sea otra, mis brazos van solo a una dirección. La elección es quimera, mera ilusión, y tus palabras obligación.

Me acerco a ella, está viendo la televisión, tan tranquila, ignora completamente lo que va a ocurrir. Es hermosa, demasiado; es perfecta, como un ángel. Se ríe de algo que dice el cómico que aparece en la pantalla, el futuro juntos se desvanece, nuestra vida se pudre, se la come la tierra. Cae una lágrima por tu mejilla. Cae una lágrima por mi mejilla. Pero tú... tú lo sabes, puedes pararlo, y aun así no haces nada. Puedes parar mi sufrimiento, simplemente borrando ese crucifijo, quitando mis pensamientos de la cabeza, aquellos que tú mismo ahs puesto, vaciando ese cajón.

Pero no lo haces, no lo harás, porque disfrutas, ¿cierto? El gusto por lo sádico, esas cosquillas perversas. No creo en nadie, no crees en nada, pero ahora seré cura, porque el destino me ha hablado. Se lo digo, comienza a llorar, que son tonterías. Yo la llamo blasfema, tanto sale por mi boca que ahora soy hipocresía, porque escupo serpientes por ella. Mi preciosa llora, tan fuerte, me golpea, y yo la agarro, pronunciando versos de una biblia que jamás había tocado.

Todavía puedes pararlo, pero no lo harás, porque el sufrimiento es más divertido. Hazlo, te lo suplico, aun estás a tiempo. Antes de que golpee su rostro con el crucifijo. Cae sangre por sus labios, por su cuello. Ya es demasiado tarde. Y yo beso su sangre, mis lágrimas se mezclan con su río cobrizo. Y yo te maldigo, por poner esa pistola en mis manos, porque una pistola ha de dispararse. Te maldigo, te odio, porque me has obligado y, lo que es peor, no hiciste nada para evitarlo.

"Tuve que matarla, el autor puso una cruz cristiana en el cajón. Y tenían que usarse".


D) LA CAJA.


Te encuentras con una caja, es algo grande, apenas cabe en el cajón. Todavía está precintado, nadie lo ha abierto, y te preguntas que narices hace una caja así en el cajón de los cubiertos. Al abrirlo descubres que es un strap-on, el dildo que tiene sujeto es enorme, el triple que el tuyo, por lo menos. Y sabes que estás siendo demasiado bueno, porque si fueras honesto sabrías que ni un quince por ciento de esa monstruosidad está entre tus piernas. Te sorprendes, te sonrojas, la miras a ella desde la cocina. Lo agarras, está duro y blandito a la vez, terso pero no es una piedra. El tacto es gracioso, te ríes.

Me acerco a ella, está viendo la televisión, tan tranquila, ignora completamente lo que va a ocurrir. Es hermosa, demasiado; es perfecta, como un ángel. Se ríe de algo que dice el cómico que aparece en la pantalla. Le muestro el strap-on, ella lo mira confusa, pero ambos sabemos que es cosa tuya, que es el destino que habla, así que no hay objecciones.

"Un objeto nunca surge por casualidad, el objeto está colocado en su lugar por algo. Un objeto ha de usarse para lo que ha nacido, lo sabes. Por eso él lo ha puesto en el cajón".

Ella me mira, sonriente, tú disfrutas, porque este es el culmen de tu sadismo fetichista. Ella se lo coloca, aquella noche corre la sangre, porque me desgarra los interiores sin piedad ninguna. Pero tú, tú podrías pararlo, pero no lo haces. Y yo, aunque pasen tres semanas, no podré sentarme. Te maldigo, por poner esa caja en mis manos, porque una pistola ha de dispararse. Te maldigo, te odio, porque me has obligado y, lo que es peor, no hiciste nada para evitarlo.

"Tuve que dejarla sodomizarme, el autor puso una caja en el cajón. Y tenían que usarse".
E) Un pintalabios. Por Sonia Rebollo López

Te encuentras una barra de labios. Y piensas, esbozando una sonrisa... "Qué despiste tiene esta mujer mía..." Te dispones a cogerlo para devolvérselo con un abrazo cariñoso, pero un deseo fuerte te impulsa a quitarle la tapa... "Rojo pasión"... El corazón te da un vuelco, ese no es el color que ella utiliza.

- "¿Qué es lo que está pasando?... Ah, ya entiendo... Igual lo compró, y después le pareció demasiado atrevido para ella, y lo dejó ahí olvidado...Sí, será eso"-.Me acerco a ella, está viendo la televisión, tan tranquila, ignora completamente lo que va a ocurrir. Es hermosa, demasiado; es perfecta, como un ángel. Se ríe de algo que dice el cómico que aparece en la pantalla, el futuro juntos se desvanece, nuestra vida se pudre, se la come la tierra.

Imágenes en mi cabeza se agolpan desenfrenadas. Un antro, oscuridad, mujeres y hombres tomando una copa. Me siento en la barra, y rápidamente un desconocido se me acerca ofreciéndome un cigarrillo....

Subo las escaleras a nuestra habitación, sin poderme deshacer del maldito pintalabios, que parece estar pegado a mi mano. Abro el armario, y elijo cuidadosamente mi ropa. Ya está.... Este vestido me irá a la perfección con el rojo pasión, pienso mientras me pinto los labios con cuidado. Un último vistazo al espejo antes de volver a bajar.

En el salón me espera el mismo desconocido que me ofreció fuego, y los dos nos fundimos con un apasionado beso.


Si no te ha gustado el final que has elegido, añade un objeto a la historia y cambia su final en los comentarios.

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