En las
profundidades yacía la bestia, allá donde no llega la luz. Sus tentáculos recorrían las montañas oceánicas, así como acariciaban el universo.
El
diablo vendió su alma a un falsario, que llevaba traje de luces y corona de una sola punta. Se hacía llamar EL y era de su propia parentela.
Mi consejo para escritores: No seas escritor, se
escriba de los dioses. Porque historias hay muchas, pero hados solo uno.
La realidad es un espejo de mi alma, pero, si es así, ¿por que solo veo
belleza en las metáforas de mis fantasías?
Las
espadas son buenas atacantes, pero siempre fallan en su defensa. A veces necesitan seguridad contra su propia vehemencia. Las
copas son afectos, que surgen o reviven, algunos sinceros y otros nocivos. El
oro es trabajo, todo aquello material que resuelve nuestros anhelos. Los
bastos son acciones, que nos llevan al final de trayecto, a conseguir nuestros objetivos y proyectos. Los cuatro son cada una de las ramificaciones del árbol que conduce al éxito.
La
locura ha dejado de existir, se ha despatologizado. Ahora todos están locos y los cuerdos yacen en los manicomios.
¿Por qué el
tiempo es relativo y la realidad fractal? ¿Porque el infierno está en nosotros y en nuestro reflejo vemos a Satanás?
Cuando sonrió, se hizo la
luz. En su verbo, con cada palabra, nacía una criatura. Y por ella creció en mí el amor.
No quiero pensar en enemigos, ya tengo suficientes en mi lista de contactos. Donde comparto pasiones, miradas de odio. El lago de los espejos.
Quiero quitarle el rojo a tu infierno.
Derrocar la profundidad de tus aguas.
Prohibir la oscuridad en tus ojos.
Se duerme por las mañanas y es vigilia por las noches, pensando que así cambiará un mundo corrupto, que la contradicción confundirá a los dictadores. Y no merecería la pena sino fuera por la sonrisa del niño que llevó en su vientre.
¿Por qué hay una ventana abierta en mi pecho? Que esa ventana yace en un río de sangre. Ya no hay más suspiros, salvo el último aliento hasta que se cierre la noche.
No te aceptarán en el cielo,
Te prohibirán la entrada al cielo
No tienes por qué ir al cielo,
El dinero paga la entrada al cielo.
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