La desvirtualización del «Qué tal»


Preguntar qué tal ya no sirve de nada, no nos vale en absoluto, ya que la gente responde sin emoción, sin sentimientos, automáticamente como una pregunta retórica que ha de ser siempre respondida por "bien". Ha sido tan destruida esta pregunta que ya la gente no medita ni dos segundos, su vida puede estar desmoronándose que sus opciones de respuesta no saldrán del "bien" o "ahí vamos".

¿Dónde quedó el estoy hecho mierda me quiero morir? Que responder un me cago en la puta vida que tengo no te quita puntos en Instagram, donde aparentas la vida que sueñas y nunca tienes. Un "estoy mal, ayúdame" está prohibido en la sociedad de las apariencias, dónde hemos de ser fuertes, llevar careta, pero para mí, más bien, ser caricatura. Fingir ser perfecto, robótico, apático, que nadie tiene que ver que tras esa piel hay sangre. No, solo hay cables y hierro. Debo estar bien, porque es lo que me dicen, aunque me esté muriendo por dentro.

Gente que pide perdón, por sentir, por llorar, por mostrarse humano. La época en la que nuestra propia raza se odia, la raza humana es escoria, es mejor ser reptil y diabólico. Que no te importe nada, salvo tú mismo. Así no habrá bondad, así solo habrá egoísmo, de esta forma nuestra raza desaparecerá en un mar de odio, más que de olvido. En un océano de rechazo hacia uno mismo. Veo gente temer hablar de lo que ama, contar sus emociones, ese perdón te estoy aburriendo a mí me da mucha tristeza. Humanos, no temáis por soltar unas lágrimas, porque todo sale, ya sea en forma de lluvia o en enfermedad somatizada.

¿Qué tal estás? Dime que estás mal, dime porque, llora conmigo. Quítate esa carga, comparte tu sufrimiento. El ser humano no nació para estar solo, pero mucho menos para ser serpiente. No seas máquina.


Estamos muertos por dentro, la putrefacción ya llega a nuestras pieles, que son muchas.

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