Y por qué del suelo eres dueño,
Y yo ni puedo mover los mares.
Por qué soy el dios que detesto,
De tempestades.
Por qué no tiemblas ante mis rayos,
Si soy el que decreta las edades.
Y por qué no te llenas de barro,
Por los hijos de mis calamidades.
Y por qué, por qué
Por qué, por qué,
Por qué, Dime por qué,
Por qué, Dime por qué,
Por qué, Dime por qué,
Por qué
Y cuándo entenderás que soy viento,
Que soy albatros, y volar.
Y cuándo dejarás el puerto,
No sé si sabré como escapar.
Cuando navegarás incierto,
Para dejarme de torturar.
Y cuándo pararé de andar,
Mis alas, las pudiste alcanzar.
Y dónde está el límite, no se ve,
Razones de nada.
Y dónde están los ríos de calma,
No quiero cascadas.
Dónde encontraré, la voz y ven,
Bosque de azar.
Y dónde aclararé la encrucijada,
En cada camino marcho atrás.
Soy sangre que vuela que tiñe paisajes,
Soy guerra, demencia y revoluciones.
Esta es la prueba de esencias que corrompen
Las notas, ellas conforman la cuerda de mi ser.
Soy un tritono que tocas y voy a caer.
No tengo miedo de ser un abismo,
Conozco los océanos desde que nací.
Quiero este tramo pasarlo dormido,
Renacer en otro sitio y perderte.
No serás, nunca, un verbo para mí.
Y por qué fue tu estaca,
Y cuándo volveré a hablar,
Y dónde moriré sin ti,
Pero siempre por tu causa.
¡Qué caigan los hados, castigos!
¡Los fuegos, que quemen mi piel!
Si piensas que esto es martirio,
¡Soy santo lleno de laurel!
Y en aquel sitio que tanto temes,
La corona la llevo yo.
Aunque esté llena de espinas,
Mi sangre es bendición.
Y no sé si odiarte, pero no puedo,
Es tanta felicidad en el desconsuelo.
Y dime por qué, cuándo y dónde.
Dímelo pronto.
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