Las cadenas que me destinaste



Incluso en estas cadenas no podrás pararme, aunque tires mis restos al agua los encontraré todos, no hay planetas que puedan dormirme, porque ha llegado mi tiempo. Lo siento, no puedes encadenarme. ¿Cuánto lo intentaste? Eres un águila tuerta, vienes por la noche y me vigilas, a veces con tus alas podridas me asfixias. Siento tu presencia, pero nunca puedo verte, en el arco de aquella puerta que atraviesa dimensiones. Eres una ciénaga oscura, llenas mi alma de tu veneno, pretendiendo que no despierte este quásar de energía. Y más cerca, cada vez, hasta que llegas a mi tráquea. Pero, ¿no sabes que tengo tres ojos, que destruyo con la mirada?

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