Crítica y Análisis de la obra de Haruki Murakami "Kafka en la Orilla"
La reinvención de la tragedia griega edipiana
El surrealismo hecho novela
Primera parte
Libro de referencia: Kafka en la Orilla, Haruki Murakami, Tuquets Editores. ISBN: 978-84-8383-524-1.
Asumo que te has leído la novela, porque aparecen SPOILERS por todas partes. Sobre todo después de las consideraciones generales.
Kafka en la Orilla, de Haruki Murakami, un autor japonés con numerosas obras tras su espalda. Uno de mis autores y obras favoritos, que leí, aproximadamente, hace cinco años. Esta en concreto es una novela surrealista, que mezcla el mundo onírico con el mundo real, en donde las dos dimensiones se fusionan hasta desdibujarse los límites. Los personajes, en muchas ocasiones, no reconocen lo real de lo irreal, pero creo que para un lector está bastante claro.
Se centra en el personaje de Kafka Tamura y Nakata, aunque luego os desvelaré el verdadero protagonista de la novela (que, obviamente, no son estos dos sujetos). Como siempre, típico en Murakami, vemos capítulos partidos, las dos tramas o historias paralelas van salteando los capítulos, hasta que, finalmente, ambas historias aparentemente sin relación alguna se tocan. Como dos dimensiones ajenas que chocan. Aunque, realmente, ni un personaje ni otro se llegan a conocer nunca, pero las historias se mezclan y tienen una relación desde el minuto uno que comienza.
La novela es una reinvención de la tragedia griega, ya que el destino impone el movimiento de la trama, anda los pasos de los personajes sin que estos tengan elección alguna y, a veces, hasta llega a cansar. Kafka en la Orilla es una obra que, prácticamente, carece de elecciones, son caminos bien escritos a los que el personaje tiene la obligación de acudir y, aunque sean conscientes de ello siguen hacia delante.
El problema que veo es una falta de coherencia entre la tragedia griega y la invención de Murakami. En la tragedia griega vemos como el huir del destino lo acerca todavía más a ti, como los personajes dramáticos actúan y toman decisiones, sin saber que estas forman parte del plan de Moira (Personificación del destino). Pero en Kafka en la Orilla no tenemos esto, tenemos pocas decisiones de parte de los personajes, más bien se ven obligados a actuar según al destino se le antoja, no se les ve tomar demasiadas elecciones por sí mismos, no actúan contra el destino, provocándolo.
El drama no existe ya que los personajes son pasivos y no actúan contra la inevitabilidad del universo, se dejan llevar por la marea y aceptan sumisamente lo que les ha tocado vivir. Por eso creo que, si Murakami pretendía adaptar una tragedia griega a nuestro tiempo moderno, ha fallado. Lo atractivo de la tragedia es ver la lucha contra la que se enfrenta el protagonista, sus decisiones, sean las que sean, forman parte del plan máximo, él es solo un peón, pero en este caso la pasividad de los personajes no otorga una sensación soporífera, que no aburrida, pero si de una trama lenta y algo apática. Por decirlo de alguna manera. Una trama sin emoción ni sentimientos, un camino vacío.
La contraposición de destino vs. Hombre no existe, ya que los personajes no luchan, se ven arrastrados por él y conscientemente lo aceptan, entonces la tragedia se destruye. En la misma obra se habla de otra novela con un concepto parecido, El Minero*, novela en la cual el personaje baja a una mina y en sus peripecias no aprende nada. Acaba como terminó, de la misma manera, sin madurar ni evolucionar. Y creo que precisamente Murakami nos habla de esta novela porque la suya tiene el mismo efecto, acaba como empieza, con unos personajes igual de perdidos que cuando empezaron, con tramas sin cerrarse y un interrogante eterno que siempre aparece en sus novelas. Es decir, vemos como Murakami se da un guiño a sí mismo y al lector, quién quiere comprender, ha comprendido. Él está desvelando el final, algo parecido al oráculo de la propia obra Edipo Rey.
*Oshima hablando de la obra "El Minero" |
Y es que esta novela no solo se centra en la tragedia griega, en general, sino en la obra en concreto de Edipo Rey de Sófocles. Él actúa de oráculo en algunas ocasiones en las que predice o hace intuir el final, o adivina cosas concretas para que el lector capte mejor la esencia de la novela. La obra se centra en Kafka Tamura, el cual sufre una maldición de su propio padre. Aquella que se le hizo a Edipo: matarás a tu padre, te acostarás con tu madre (y con tu hermana, que solo con la madre parecía escaso de salsa, falto de interés popular). Kafka trata de evitar esta tragedia, pero no lo consigue, y no porque haya huido hasta el fin del mundo, luchando hasta el final de su último aliento contra aquellos dioses caprichosos, sino porque acudió a la boca del lobo por propia voluntad. Y es que aquí hay muchas revelaciones*.
*Coronel Sanders (Personaje de la obra): Una revelación es así. Una revelación trasciende los límites de lo cotidiano. Y una vida sin revelaciones no es vida. Lo importante es pasar de una razón que solo observa a una razón que actúa. (Página 420).
La reinvención de Murakami sobre la tragedia es el hecho de que el destino domina tanto a los humanos que los convierte en instrumentos sin personalidad, sombras de un juego, podría pensarse que esto es intencionado, que la trama es así por gusto del autor, pero es que todas sus novelas tienden a acabar así. Comprendo que se quiera hablar de que el destino es inevitable, que no lo puedes huir, pero yo aquí no he visto huida, no he visto lucha, he visto un viento y un personaje siendo llevado por él sin patalear ni soltar un soplido, he visto un autor forzando a sus personajes y forzando un final, forzando una conclusión moralizante —o varias— que no llega a calar realmente en el lector. Y es que esta trama tiene tantos “mensajes” que acaban por diluirse.
Personajes
¿Por dónde empezamos? Vaya desastre.El problema aquí es que la trama es la protagonista, la esencia filosófica que se trata de transmitir, no son los personajes, ellos y sus vidas (aunque Murakami trate de acercarnos a ellos, sin éxito alguno), es la historia y el viaje onírico, aquel viaje del minero que empieza y acaba igual. Pero… ¿qué ocurre cuando una trama tiene personajes flojos?
Cuando dejas las acciones y las decisiones a un ente invisible de la novela, los personajes, al final, dejan de tener sentido porque son meros objetos inanimados que apenas respiran. Y este es el problema, que veo a los personajes demasiado insípidos, pero la única razón de que esto suceda no es la pasividad de los mismos, es la incapacidad de Murakami de expresar y presentar correctamente un personaje y su situación, de introducirnos en su mundo y aceptarlo. Al único personaje al que le tengo “algo” de cariño es a Nakata, ya que es un pobre incapacitado mental y da pena, pobrecito, pero es un cariño lejano, momentáneo, que se diluye. Es como ver un video triste en Facebook, a la media lo has olvidado por completo. Y este es mi maldito problema con esta novela, al menos el problema más grave, porque tengo varios.
Para mí, para mi gusto, los personajes dan color a la obra, son los que la protagonizan y sus personalidades le dan pinceladas de ellos mismos (que en el fondo no son más que pinceladas del autor, de sí mismo, de sus conocidos, de sus recuerdos). Crear personajes es lo más difícil para un escritor, crear personajes creíbles, con profundidad, contradictorios, cambiantes, como la vida misma. Y es algo que Murakami no sabe hacer. Y es algo que no solo ocurre en esta novela, POR CIERTO.
Murakami suele dejar caer a unos cuantos personajes en una historia, pone a esta por encima de cualquier cosa, los personajes no importan, son nombres que piensan — a veces— y sueltan “filosofadas” de vez en cuando para que te hagan pensar. Quizá una técnica de falso acercamiento, pero, piensa. ¿Qué sabes de Kafka o Nakata? Absolutamente nada, no sabes cómo son ni qué piensan, no sabes casi nada de ellos, no sabrías decir como son y mucho menos sabrías cuál es tu favorito. Y la mayoría, por inercia, dirá Kafka, porque es el perfecto reflejo de la falsa inteligencia, porque es el “protagonista real”, porque tiene un alterego llamado cuervo y se enamora y dice cosas tan interesantes. Sí, dirás Kafka, o Saeki porque ella es la verdadera protagonista, pero eso luego.
Ya no es el hecho de que no sepa presentar a personajes y delimitarlos (todos aparecen bruscamente, a pesar de que Murakami intenta hacerlo de manera correcta, pero al final son desconocidos en una aventura), me fastidia mucho más que no sepa expresar emociones. DÓNDE.ESTÁ.EL.DRAMA. Dios mío, por dios, que alguien me de azúcar que creo que después de leer esta novela me ha bajado, ha desaparecido de mi organismo, creo que me ha chupado el alma. ¿DÓNDE ESTÁN LAS EMOCIONES HUMANAS? Por Satanás, que estos personajes parecen de maldito CARTÓN.
Murakami es INCAPAZ de expresar emociones a través de sus personajes, la cosa queda tan forzada que a veces duele leer los diálogos y las interrelaciones de los personajes. Es demasiado antinatural. Qué si, que el destino, la inevitabilidad, que la pasividad forma parte del objetivo del autor, ¿estás seguro? Una cosa es que los personajes no tomen decisiones o que sus decisiones no importen un pimiento (En el caso de esta novela es el primero, los personajes NO DECIDEN NI UNA SOLA VEZ, aparte de Kafka que decide huir y si acaso ir al gimnasio o follarse/dejarse follar). Otra cosa es que, prácticamente, todos tus personajes sean más aburridos que pan mojado en agua hervida. Y el caso es que todo esto es como a doble cara, tengo sentimientos encontrados. Porque los temas que se hablan a través de los personajes me interesan, pero veo más a MURAKAMI, el autor, en estas palabras que a los personajes. Me veo conociéndole a él, no a ellos.
¿Entonces qué? ¿Me gustan o no me gustan? Me gustan porque la novela me gusta, pero los detesto porque no tienen personalidad alguna y lo peor es que al autor le importó una mierda dejarlos así. Pero vamos, que lo hace siempre. SIEMPRE en todas sus novelas. (Atención, hipérbole: no me las he leído todas pero sí unas cuantas).
Además, tampoco nos sabe presentar la vida de un personaje, suele soltar una ristra de descripciones y de vida pasada que no le importa a nadie, como cuando aparece Hoshino (o los muchos otros ayudantes de Nakata en su viaje a cruzar el gran puente) y nos suelta su vida. La descripción de Sakura, de Saeki, todo es tan simplista que no parece escrito por un autor de renombre como él. De hecho no me suele gustar que en las novelas se describa al personaje nada más aparezca y se cuente de pe a pa su vida, me gusta que la cosa fluya, que le conozcamos poco a poco, que sea él, el personaje, quien nos hable. Al menos la mayor parte, no que el narrador nos lo diga todo.
Aunque con Hoshino la presentación fue en cuentagotas, para que los lectores, quizá, creamos que esto fue una introducción más “formal”, pero no lo mejora en absoluto, ya que no importa CUANDO sino el COMO. Los personajes pasan desapercibidos por completo, al menos para mí, quedando como grises emborronados que no le importan a nadie, personas increíblemente imposibles de existir por su pasividad, por su falta de sangre en las venas, por la falta de personalidad, ya que Murakami no les dota de una personalidad real sino de unas características. Como Oshima que es un asexuado afeminado hermafrodita, que ya hablaremos de este personaje luego; como Saeki que es una chica entrada en años hermosa pero misteriosa; como Kafka que es un antisocial sin parecerlo depresivo abandonado por su familia. Nos da detalles, pero superficiales.
Hacer que Oshima no sepa si es hombre o mujer no me impresiona, no me sorprende, no conocemos a Oshima ni nos importa, ni sabemos sus sentimientos o emociones. NO ME SORPRENDES NO ES ROMPEDOR NO ES NADA, POR DIOS DEJA DE USAR A LA COMUNIDAD LGTB COMO TU ESTRATEGIA DE MARKETING. De hecho no conocemos las emociones de casi nadie en esta novela, todo pasa muy por encima.
Murakami, deja de forzar las cosas, si no sabes no sabes. Y podréis decir que es que los personajes son extraños, distintos, algo anormal en el universo de la novela y que por eso son protagonistas, que Murakami quiere mostrar aquella inevitabilidad, pasividad, apatía, a través de sus personalidades nulas, de esa extrañeza. No, que todos menos Hoshino sean unos intelectuales no les hace raros, que todos tengan características “extraordinarias” o vidas “misteriosas” no les hace raros. De hecho, una persona puede ser rara y ser real, es decir, ser HUMANA. Porque estos personajes no lo parecen. No hay excusas, por mucho que digáis, para este anodino conjunto.
Hoshino es alguien corriente, más mundano y con los pies en el suelo (sin embargo, cuando comienza su aventura y acaba, es una persona totalmente “nueva”, muy entre comillas digamos, ya hablaremos luego de él), pero es que da igual, ni Hoshino es realista, ni ningún otro personaje. Ninguno. Y que Hoshino sea más mundano o más vulgar no lo hace más real, no lo hace más creíble. Hoshino, de hecho, es como un resorte de comedia en la “tragedia”, algo que es normal en los dramas, damos un toque de comedia a un libro que podría parecer demasiado pesado para el alma. En este caso no creo que encaje, pero quizá también Murakami lo quiso como instrumento para demostrar la rareza de sus personajes, la distancia que hay entre ellos y una persona corriente de su propio universo de Kafka en la Orilla.
- No hay personajes realistas porque no se les presta atención ni importan, porque no actúan normal. No, normal no es la palabra, aquí hablamos de verosimilitud. Tu personaje puede ser un satánico come-ratas, que hable seseando y le guste alargar las frases melódicamente, que sea un extravagante intelectual y un demente artístico, y aun así ser realista, que tenga aspectos humanos. Que se vea que es humano, que tiene emociones, que cae, sube y baja, que tiene carácter, que tiene VOZ propia y no una voz estándar que le das a todos tus putos personajes. Porque es que juro creí estar leyendo “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas” muchas veces.
PERO NO, porque no hay drama, ¿para qué comedia si no hay subidas ni bajadas? Es una línea, muerta. TU HISTORIA ESTÁ MUERTA MURAKAMI, MUER-TA. Ni tragedia, ni comedia, y sí que Hoshino es un topicazo de comedia, pueblerino bobo que no sabe nada y dice cosas graciosas. Como el cliché de tu querido Kafka, antisocial intelectual devora-libros (Uff. Como odio esa descripción). Si, la trama es pesada (pero atractiva, aun así), Hoshino no la hace más interesante, más bien la empeora porque el lector se pregunta qué narices pinta ahí. Pues yo te lo voy a revelar.
La incoherencia de la novela: acción vs personaje
Hoshino es la salvación de Nakata. Admitámoslo, Nakata no da para mucho, el pobre no da para más, al menos en la trama. Hace su cometido y ya está, pero da poca chica para los capítulos. Sin Hoshino su parte de la historia quedaría vacía, escrita en un par de páginas en cada capítulo. Y eso no podía permitirse, por eso Murakami tuvo que ponerle a alguien al lado, y ese es Hoshino. Sin él nada hubiera avanzado, así que Nakata sirve para nada.Es un instrumento del autor, y el autor tiene muchísimos instrumentos para hacer que la trama vaya hacia dónde él quiere y le pone la excusa de “es una revelación”, claro, es magia. Y con eso me puedes meter una p*** en el gaznate. No, no es una revelación, es un burdo intento de que la trama avance y tenga algo de lógica, de sentido, pero no es así. Todo está desconectado, los instrumentos, movimientos, personajes, acciones… todo.
¿Qué pinta el coronel Sanders? Que resuelve prácticamente todo en la historia de Nakata. Un ser que no es dios ni diablo, pero que controla el universo, su orden. Johnny Walker, un loco que quiere hacer una flauta cósmica chupa-almas. Pues muy bien, pues muy rico. ¿Y qué me quieres decir con esto? ¿Cuál es el mensaje? ¿Por qué esto encaja con todo lo demás? ¿Por qué todo el mundo ayuda a Nakata y a Kafka sin pensárselo? ¿Por qué los personajes no tienen obstáculos reales? ¿Por qué solo importan los interiores? ¿Y por qué no les das más importancia y hondas más en esos detalles internos? ¿Por qué todo les viene a los personajes caído del cielo y pones la excusa de que son revelaciones, que sorprenden, que la vida es así? ¿Por qué no conectas mejor la trama, las acciones, los instrumentos y los accionadores de la propia trama? Quiero decir, que no todo sea magia porque magia, que tenga un significado (Luego hablaremos del simbolismo, el simbolismo es estúpido si no tiene contenido real).
Es decir, que todo tenga sentido en tu propia historia y en el mundo que has creado. Que no sea todo indescifrable, simplemente porque no se te ocurre algo mejor. Entiendo que se quiera mostrar que, al fin y al cabo, el hombre no tiene elección frente a las decisiones de los hados, de los dioses o del cosmos, por ello los personajes no deciden sino que otros deciden por ellos que van a hacer. Pero es que la desconexión que existe entre un mundo y otro es abismal. Los personajes secundarios (o incluso objetos) desarrollan la trama, la mueven, como el Coronel Sanders o Johnny Walker, la piedra… Saeki en segundo grado, si acaso. El universo ha decidido que es hora de abrir la piedra de la entrada y el universo, más tarde, decide cerrarla. Johnny Walker transforma a Nakata, decide por él que se vea envuelto en el mundo de la piedra y la profecía de su hijo, a su vez él decide por su hijo, provocando la huida a causa de esta profecía mencionada. Aun podría ver la conexión entre Johnny Walker y Kafka, por razones obvias, ya que son padre e hijo, un padre influye mucho en su parentela, pero no veo del todo desarrollada la idea de la profecía y el incesto edipiano. También, como menciono antes, en la tragedia los personajes tienen libre albedrío y deciden, su huida o decisiones, sus voluntades, hacen que, en vez de alejar la maldición o profecía, se acerque más. En este caso no tenemos esto, tenemos todo lo contrario, la pausa acerca el fin, ¿cómo va eso?
No todo debe ser magia y revelación, hay cosas que tienen que tener sentido, por mínimo que sea, que sean simbólicas al menos y que tengan contenido. Dime, por ejemplo, porque los personajes siguen el curso obligado de la trama sin rechistar, ¿Por qué a Hoshino le da ternura Nakata porque le recuerda a su abuelo y le descuido? ¿Sacamos otro cliché, Murakami? ¿Y por qué Oshima y Saeki ayudan a Kafka tantísimo sin apenas conocerle? ¿Solo porque es un crío intelectual? Las razones casi no existen, tenemos que creernos que todo pasa por milagros del destino, pero yo veo aquí un error básico, y es hacer que a los personajes todo les venga rodado sin obstáculo alguno. Porque dime, ¿qué obstáculos tiene Kafka o Nakata? Ninguno, prácticamente. La batalla es interior, pero la vemos poco reflejada, muy poco estudiada. Murakami podría haber hecho uso del surrealismo y las metáforas para explicarnos mejor la profecía de Kafka, su obsesión por el incesto y la pureza sexual. O nos podría haber mostrado las quimeras de Saeki. En algún punto, incluso, vemos como Nakata habla, y ahí él tiene VOZ (seguramente la única vez que un personaje la tiene), pero todo queda muy triste, muy pobre (Cuando dice que no quiere ser tonto nunca más). Ahí vemos como Nakata decide, tras lo vivido, que ya no quiere estar cerca de ese abismo, que quiere salir de él, ser inteligente, que quiere recuperar su sombra. Pero incluso este diálogo se ve inacabado, porque cada vez que un personaje se abre, algo le impide avanzar. Y no, el momento en el que Hoshino se abre a Nakata no me vale, todavía sigo sin pillar que pintaba ese ahí. Metes con calzador al personaje y queda horrible, forzado, pero es que sabes que sin él la historia de Nakata habría muerto.
Y Ah. Murakami, el recurso de “que el lector acabe la novela” lo tienes demasiado prostituido. Ya basta, ¿no? Digo.
Quizá es que ni tú mismo sabes hacia dónde se dirige, no sabes ni como acaba y prefieres echarle el muerto a otro. Quizá todas tus obras son “El Minero”, un viaje sin rumbo, ni objetivos, ni razones, ni enseñanzas, ni nada. Solo un espacio para tus sueños y para tu verborrea. Sí, lo imperfecto puede ser bonito, como dice Oshima en el libro, pero un libro inacabado es un libro INACABADO, no imperfecto. Tus libros sin finales empiezan a cansar, porque una cosa es hacer pensar al lector y otra otorgarle la tarea de sacar todas las conclusiones, de cerrar todas las puertas abiertas. Así que, Murakami, léete otro libro a parte de “El Minero”, haznos el favor. Porque si no tienes personajes buenos, memorables ni fin de la historia, ¿qué coño tienes, mil opiniones sobre mil cosas que no nos importan? Para eso hazte youtuber.
Hoshino
Lo siento, pero que a un personaje de repente le apasione la música clásica no lo hace una persona totalmente nueva ni su modo de ver la vida ha cambiado. De verdad, es que Murakami es un puto inútil creando personajes. Que sí, que Nakata le ha cambiado, a mejor, que ha vivido experiencias, pero toda la trama musical me sobraba, muchísimo. Quiere dar un toque de profundidad a este personaje “vulgar” y lo ha hecho de una manera un poco patética. No me convence para nada, nada de este personaje me convence. Cuenta su vida como si le importara a alguien, ¡si ni siquiera nos hemos encandilado de Kafka como vamos a encandilarnos de ti! Ese es el problema.De hecho, Murakami cuenta su historia casi de golpe, pero en cuentagotas como dije antes. Va por capítulos, pero cuando se pone a contar cuenta y cuenta, hasta que lo suelta todo y se va. Sin más, y la ristra de información no nos importa una mierda porque es como si nos cuentas las compras del martes de tu vecina del quinto.
También me molesta la manera en la que recae la acción en Hoshino cuando es Nakata el protagonista de “la otra parte de la novela”. Parece que Murakami no vio “realista” hacer que Nakata obrara las cosas que hizo Hoshino, así que le creó para solucionar este problema, además de para otros usos útiles. Además, a Nakata debía matarlo, ¿después de él quién iba a acabar con el trabajo de la piedra de la entrada? En fin, que tocaba un personaje extra y por eso nos lo presenta —lo intenta, sin éxito—, para que no nos chirríe que luego sea él prácticamente el accionador DE TODO en la maldita novela. Para que no nos quedemos: ¿Y este que pinta aquí, es un secundario porque ahora es tan importante? Si no sé nada de él. Y nunca lo sabrás. Nunca sabrás nada de ningún personaje.
Hoshino es la comedia en el drama inexistente de la novela, es el personaje más realista (si acaso) de todos, pero ser vulgar no lo hace más real. No me gusta la manera en la que se apodera de la historia de Nakata, ya que es este el protagonista. No nos interesa este personaje, su vida y su "evolución", que ni eso es, no nos importa, pero Murakami debe darle espacio para que narre su vida porque si no no sería coherente darle todo el peso de la novela, ¿no? Pues eso, personaje superfluo que te crío.
Oshima
Un hombre que nació mujer, pero que no es transexual, simplemente nació de esa manera andrógina, la cual Murakami llama erróneamente “asexuada”. Asexuado sería que no tiene sexo, pero vagina tiene, el propio Oshima lo dice, y la usa a su manera como le place. Asexual tampoco es, ya que tiene deseos carnales hacia otras personas, OSHIMA ES ANDRÓGINO. NO sé si esto es cosa del traductor o de Murakami, pero vaya cagada.Oshima trabaja en la biblioteca conmemorativa Komura, como bibliotecario, recepcionista, vamos hace de todo. Cuando llega Kafka allí conecta rápidamente con el personaje, como la mitad del planeta. Oshima, como Kafka, es un pseudointelectual que tuvo diversos problemas en la adolescencia. Parece que Oshima, sin conocer de nada al chiquillo Kafka, da su vida por él buscándole sitio para vivir y comer. ¿Y si era un asesino buscado por la justicia? E incluso aunque luego descubre que es perseguido REALMENTE por la policía no se preocupa ni un poquito. Le deja la cabaña del bosque para sus anchas, sin preguntar absolutamente nada de su vida, fiándose del destino que le gusta mucho eso al Murakami.
Luego, pone en peligro su trabajo pidiéndole a la señorita Saeki que se quede allí. ¿Qué se quede un niño que se ha escapado de casa del que no sabemos nada a dormir aquí donde vivió mi novio muerto? ¡Claro que sí joder! Que viva la incoherencia. Lo más curioso es que con Saeki no se puede mencionar ciertos temas, como los de su pasado, la canción que escribió, su novio muerto… pero un desconocido puede profanar la habitación que era su nido de amor adolescente. Todo normal, siga circulando.
Pero centrémonos en lo importante, en el intelectualismo de Oshima, que hace de recurso típico en la narración. ¿Qué no sabe algo Kafka? Se lo explica Oshima, nos ahorramos unas cuantas páginas y esas páginas las dedicaremos a sacar a un payaso tras otro sin importancia, ¡venga, al trabajo! ¿Qué Murakami quiere provocar una conversación y no tiene ni la menor idea de cómo empezarla de manera natural? Nada, Oshima dirá cuatro cosas de listo, hablará de Mozart y contará su historia, o hablara de tal novela porque se le acaba de ocurrir y, ¡qué casualidad! A través de Mozart o de esa novela podemos hablar del destino, de la libertad o de la muerte y de que se folla a Saeki cuando le da la gana (Kafka, no Oshima, aunque veo que también lo deseó anteriormente).
Y es que esto sucede en tantas ocasiones que te acaba crispando. ¿Acaso el autor no conoce otra forma de dar a conocer hechos? Pero esto no es nada con la personalidad de Oshima, que comienza siendo un chico normal, serio, formal, un chico corriente como otro cualquiera, a un sensiblero que se auto-tortura constantemente. Que si él es solo un asexuado, que si no sé qué, que si es un bicho raro. ¿En serio, Murakami? ¿Crees que una persona así diría esas cosas de sí mismo y aún más a un desconocido como es Kafka a la primera de cambio? Porque nada más Oshima confiesa que es mujer empieza a martirizarse frente a Kafka, diciendo que aunque sea un monstruo tiene derecho a respeto. Nadie en esa situación diría algo así, nadie se insultaría de esa manera.
Hay una parte, nada más Oshima se confiesa, que me parece muy realista y acertada:
Sin embargo, a veces esta pequeña diferencia me parece un abismo insalvable. Creo que esto no tiene solución, lo mires por donde lo mires.
Aquí Oshima menciona que, aunque sea un hombre normal, siempre será diferente y que eso le parece una diferencia tan grande como un abismo entero, algo que no podrá cambiar. Pero no veo normal la forma en la que le cuenta con tanto detalle a la dos chicas que visitan la biblioteca que si su vagina tal o cual, que si siente esto o aquello. Me parece excesivo. Oshima no puede hablar con esa naturalidad de su vagina y diferencia si luego se tortura mentalmente de esa manera, no encaja. O se avergüenza de si mismo o no, pero las dos cosas a la vez no. No puede dar tanto detalle y luego decir que “esa diferencia le parece insalvable”. Una persona segura de sí misma daría detalles, una persona insegura diría lo segundo.
Por eso la constante flagelación que se hace frente a Kafka es incómoda. Por dios Oshima, ¿es necesario victimizarse continuamente? No creo que Murakami sepa captar la esencia de personas así, que ni yo mismo sé dónde colocarlas, si es transexual, transgénero o quizá estos de la nueva ola del género. El caso es que Murakami parece que le encanta aprovechar el colectivo LGTB para crear un circo de monstruos que sirven para que los lectores digan, waw mira este personaje tan raro. Pues no, no son raros, son personas, deja de prostituirlos, Murakami.
Kafka
¿Devoras libros Kafka? ¡Uf! Nunca había visto a nadie como tú, ¿sabes? Un chico antisocial y rarito que no tiene amigos y que se pasó su infancia leyendo. Es que de verdad, eres único, tan original. Por supuesto eres súper filosófico e intelectual, sabes de todo con solo 15 años. No eres un cliché, que va.El hijo, anti-social, esta depresivo por muchas cosas en la vida. Kafka desea ser un joven fuerte, “fuerte” en el sentido de apático y sin sentimientos, para enfrentarse a una vida cruel que teme todavía más que a su pasado. Kafka quiere ser lo que Cuervo dice “el niño de 15 más fuerte del mundo”, pero realmente no lo es, ni lo será. Porque la fortaleza no es sinónimo de apatía, no es ser piedra, es ser pez y soportar las corrientes, es ser pájaro y acostumbrarse a los vaivenes del viento (Como dice Saeki).
Su objetivo en la novela es superar sus traumas infantiles, pero nunca lo conseguirá. Es un poco neurótico, la verdad. Obsesionado por el pasado, temeroso del futuro, la profecía le persigue pero es él mismo quien la invoca. Parece en algún capítulo que quiera terminar la profecía para “ser libre”, como dice él mismo, pero eso se pronuncia una vez ya ha cometido el pecado, como para resarcirse, para perdonarse, para darse razones. Tipo: he cumplido la profecía, pero al menos ya seré libre. Y realmente no es así, nunca es así.
Kafka, realmente, es el joven de 15 más perdido del mundo, es la imagen clara de la carta del tarot “El loco”. Un joven con conocimiento, puede conseguir muchas cosas buenas en su viaje, pero como desconoce el camino lo teme más que nadie, y este temor le puede llevar a cometer imprudencias. Y efectivamente así es.
Este protagonista es el presente, por eso habla en primera persona. El presente que se topa con Saeki para reanimarla, revivir sus sentimientos, vivir un nuevo momento y un nuevo capítulo que le haga superar aquel pasado. Es el presente que procede al futuro. Mientras que Nakata es el pasado, como Saeki afirma cuando ve a Nakata.
Este protagonista además sufre de ansiedad, por ese pasado horrible, por el futuro que tanto teme a causa de la profecía y, a parte, por problemas existenciales. Como todos. Es un adolescente que está madurando y no conoce su lugar en el mundo, su función. Cuando ve a gente ir al trabajo piensa, ¿para qué si al final todos seremos polvo? Pensar en que sus acciones no tengan efecto ninguno, que al final el resultado sea el mismo haga lo que haga le da ansiedad. Hay ciertos momentos en los que se ve esta ansiedad oculta, este sentimiento bloqueado que sale como en una olla a presión, como cuando trata de llamar a su padre o está en la cabaña del bosque y ve la inmensidad del universo en las estrellas. Kafka, en ese momento en el que ve gente marchando a trabajar, como copias, todos al unísono, se plantea ciertos temas. Debe trabajar y sufrir para conseguir cosas, felicidad o libertad. Más bien libertad, que es lo que desea aunque no sabe que es y Oshima bien le dice que “la gente desea libertad pero en el fondo no la quiere cuando al tiene”. Porque la libertad es un concepto indefinido que ayuda al ser humano a tener una meta inalcanzable, porque Murakami piensa que el ser humano debe tener desafíos constantes para existir o la existencia no vale (El fin del mundo y… se repite siempre este escritor, aburre).
Kafka nos dice que hace mucho que no sueña, cuando una persona no sueña es que tiene problemas mentales. Quizá este es otro indicio que nos da Murakami, para que sepamos a ciencia cierta de que Kafka muy bien psicológicamente pues no está. Hombre, tiene un alterego, ¿hacía falta que te dijera algo más? Pues sí, Murakami te lo da mascadito, que es algo que odio. Reitera y enfatiza en muchas cosas, para que el lector tonto se entere de lo que está pasando. Y al lector espabilado le cansa. El caso es que Kafka tiene muchas cosas que resolver y esa especie de trastorno de la personalidad múltiple nos lo dice todo. Su alterego, una división de su ego en dos mitades, el hecho de que no sueñe, la ansiedad, el miedo constante. Lo raro es que Kafka haya podido fingir ser un niño normal. Aunque creo que Murakami no ha explotado demasiado esta faceta de Kafka, que todo se ha quedado muy en las fantasías y los sueños, no ha concluido absolutamente nada.
Este personaje se monta una historia en su cabeza, a pesar de no tener pruebas. Lleva culpabilidades que le crea su mente, cree haber matado a su padre, se cree haber acostado con su madre y violado a su hermana. Y esto, aunque no sea real, sea imaginación y jamás se pueda confirmar, él lo vive como si fuera la verdad misma. De esto trata la novela realmente, porque a ciencia cierta no sabemos nada, de como los sueños, la imaginación y la realidad se mezclan, de como la mente puede crear algo y ser tan real como la vida misma. Se vive de la misma forma en la mente, pues esta no distingue falsedad de verdad. Y para él y para Saeki ese circo, esa representación teatral de sus traumas pasados, ese desenlace y cierre de sus traumas es algo vital, vale mucho para ellos, porque aunque sea falso a su mente les vale para pasar página. Y es por esto mismo que Kafka y Saeki están unidos por un punto temporal, por ciertas circunstancias, nada más.
El amor entre ambos, de hecho, es bastante falso, ya que simplemente se desean porque no pueden tener lo que realmente quieren, porque están necesitados de algo que todavía no saben identificar. Saeki porque Kafka le recuerda a su novio muerto, porque así se sentirá viva otra vez. Kafka porque le recuerda a su madre, porque podría ser ella. A parte de eso, el hecho de que Saeki acepte hacer algo con Kafka es absurdo, es como que le da igual todo ya, ir a la cárcel incluso por pederastia. Kafka, por otro lado, podemos comprender su obsesión por ella ya que busca una madre. Su obsesión está ligada a la pérdida de su figura maternal y al ver en Saeki precisamente una protectora se pierde por ella. El hecho de que la niña dentro de Saeki se le aparezca a Kafka es un detalle a estudiar. El comienza a enamorarse de Saeki gracias a esta niña, es decir, que ve en Saeki la Saeki real, tras ese manto de indiferencia todavía existe algo de esa Saeki feliz. Kafka cree que puede sacarla a flote.
Esta niña fantasma se le aparece a Kafka en numerosas ocasiones, a veces incluso esta se percata de que él le está mirando. De algún modo, a través de ella se enamora de Saeki, simplemente con verla ya que dice que es hermosa, mágica. Esa Saeki tiene algo especial. Él ya, antes de enamorarse, comienza a obsesionarse por ella, ya que su subconsciente le manda señales: podría ser ella, mi madre. Y a través de eso comienza a "soñar" con ella, pero con una ella de su edad, de quince años. Digamos que él invoca a la niña y la niña dentro de Saeki visita a Kafka en sueños, que él confunde con al realidad porque todo se mezcla.
Diálogo:
Saeki: Tú y tu hipótesis habéis lanzado a una piedra a una diana que está muy lejos.
Kafka: Lo sé. Pero, gracias a las metáforas, la distancia se hará más corta.
Saeki: pero ni tú ni yo somos una metáfora.
Kafka: No pero las metáforas pueden eliminar en gran medida lo que nos separa a ambos.
Es decir, que a través de las metáforas podrán ser lo que necesita el uno del otro. Con las metáforas podrán quererse, podrán resolver sus problemas juntos, porque a la hora de la verdad, en la realidad, esa hipótesis no sería válida (la hipótesis es que Saeki es su madre). El "amor" entre ellos lo veo seco, como son ambos, ya que realmente no se aman, fingen amarse, o más bien fingen que el otro es lo que realmente buscan y desean amar. Así que no me molesta demasiado.
Kafka es un personaje un poco caótico mentalmente, que trata de fingir que lo tiene todo bajo control, que es apático como serpiente, que puede con todo, pero realmente es todo lo contrario. Es un niño perdido que no sabe quién es, de dónde viene ni a donde se dirige. Y por esto mismo se deja llevar tanto durante la novela. Deja que las situaciones pasen a través de él, pero aun así choca con su actitud de yo soy el dueño de mi vida. Esta contradicción podría darle más profundidad, si no fuera porque la falta de decisiones engloba toda la novela y a mí, personalmente, no me gusta. Porque ya son muchos libros de este autor en los que leo lo mismo. Sobre todo en este, ya que le da vueltas a la tragedia griega, al destino inmutable, a la inutilidad de las decisiones humanas, pero es que aquí no hay decisiones. No puede haber drama si el personaje, en vez de tomar una decisión y ver que era la incorrecta, no toma ni una sola decisión y es llevado por la corriente. Estamos destruyendo la tragedia.
Cuervo
Alterego, le da fortaleza, pero también miedos e inseguridades, es esa voz oscura de la conciencia. Puede bien decirle que es el joven de quince más fuerte del mundo como decirle que es una nena cobarde por temer a la oscuridad del bosque y sus ruidos nocturnos. Más que un ayudante, es una oposición, cuervo es aquel alterego que Kafka se creó cuando, de joven, se sentía en soledad y deprimido, es un mecanismo de defensa de la mente, una figura protectora que hace el papel que debió hacer su padre. Y su madre.Cuervo son las tinieblas, el subconsciente y Kafka es la luz y el consciente. Cuervo no es más que una parte de él que se creó en base a los traumas de la infancia, la soledad y la desprotección de un hogar roto. Kafka se ve solo y abandonado ante el mundo, para superar estos obstáculos crea un compañero.
Cuervo incita a la creencia de la profecía, muchas veces le hace creer cosas que los lectores sabemos no son ciertas. Le infunde muchos miedos, le hace tomar decisiones equivocadas, hace que se ponga histérico cuando, por ejemplo, aparece manchado de sangre. Cuervo es aquella voz que Kafka no debería escuchar demasiado. En algunas situaciones cuervo aparece como una persona tóxica que manipula a Kafka, es el que, de alguna forma, le incita a huir.
Aparece cuervo, alterego de Kafka. Aparece en ciertas situaciones a su lado o delante de él, o detrás como en el bosque. La posición de cuervo es la influencia que tiene sobre él, el poder de influencia, cuando está detrás de él es porque ya la está perdiendo. Al final del libro permanece Cuervo, reiterando esa premisa de El Minero, el protagonista empieza como acaba, igual, sin mejorar ni evolucionar, pero nos dice que habrá “un cambio” y quizá ahí cuervo desaparece. Porque ya no hará falta.
Sinceramente, creo que algo imperfecto no es bueno si no se sabe llevar bien, y esta novela es un ejemplo. Ya que todos sus libros tienden a no tener un final real, a no tener una conclusión ni un cierre ninguno a ninguna de las incógnitas que plantea.
Saeki
Saeki es la dueña de la biblioteca conmemorativa Komura, aunque ella no forma parte de la familia Komura, sino que su novio era el heredero. Pero un accidente acabó con su vida. Ella, tan feliz como estaba en aquella época, dejó de serlo para siempre y pasó a ser un espectro que anda, habla y existe, pero cuya mente está en un tiempo muy lejano.Saeki es una mujer adulta, madura, que está en una depresión que sobrelleva elegantemente, muy cómo es ella pues Murakami no para de repetir lo elegante que es. Más que elegante, la sobrelleva formalmente, como si nada pasara, no deja filtrar las emociones, no las muestra para nada. Es Oshima quien nos cuenta todo esto, pero hubiera sido interesante que el propio lector se diera cuenta de que realmente Saeki está dolida, perdida, rota, sin salvación, más que Oshima nos lo de todo mascado como siempre.
Una asaltacunas, porque no decirlo, ya que a pesar de saber la edad de Kafka se lo tira sin contemplaciones. Y que sí, que el amor no tiene edad, pero los encuentros sexuales sí y yo aquí veo un principio de pederastia. Y también, lo sé, ella está rota, aun no ha superado la pérdida de su novio, que Kafka es un parche. De eso nada, que han pasado más de veinte años y Saeki se tira a Kafka porque sí, porque YOLO. Una mujer adulta, tan bien puesta y formal, que de repente deje toda su ética y moral a un lado para soltarse la melena me parece absurdo.
Tampoco veo natural que Saeki hablé de cosas "prohibidas" (como la canción, la muerte de su novio o temas colindantes) con Kafka y no con personas como Oshima, que se conocen desde hace tiempo. Incluso la misma Saeki lo dice: ¿Por qué te diré tantas cosas? Porque favorece a la narración, no busques otra razón.
El caso es que Saeki es la verdadera protagonista de la novela, ya que todo gira en torno a ella. La puerta de la entrada la abre ella por primera vez, y eso genera una onda expansiva de "desajustes" en el cosmos. De ahí, el padre de Kafka se convierte en Johny Walken, con su flauta mágica; posiblemente provocaría también el incidente en la montaña del bol de arroz, de ahí que Nakata la conozca, porque se "conocieron" en ese otro lado, limbo-dimensión. Saeki, aunque pudiera no tener conexión con Kafka y no ser su madre, tiene relación en que ella provocó los cambios en su familia. De eso yo estaría seguro, al 80% al menos. Por ello, Kafka a los 15 decide huir y Nakata se topa con Walken. Todo gira en torno a ella, Kafka se debe encontrar con ella para activarla, para que vuelva a ser la niña feliz, para que supere su pérdida, para que se perdone, Nakata llega y decide llevársela, ya es hora. Los personajes hacen todo por Saeki. Kafka es un objeto de la acción para Saeki, él la activa, la ayuda a superarlo, la revive. Nakata es otro instrumento, ya que él es quien "se la lleva" al otro lado, es decir que ambos mueren. Hoshino cierra la puerta de la entrada, para que todo vuelva a su sitio, que fue la que abrió Saeki hace años y por eso ocurren cosas tan raras en el universo.
En resumen, es ella la protagonista, porque realmente ella es la única que si decide en toda la obra. Ella decide abrir la puerta, ella decide acostarse con Kafka. Ella decide muchas cosas y los instrumentos/objetos de la novela están a su servicio. Y ella es quien conecta ambas historias, la de Kafka y Nakata. Ella es el puente. Nakata no hubiera vuelto a ser él sin ella, Kafka no hubiera dado un paso adelante en su vida sin ella.
Nakata
Nakata puede hablar con estos animales porque al ocurrirle aquel incidente en la montaña del bol de arroz, fue al otro lado. Le ocurrió algo que podríamos llamar —y que únicamente podría acercársele— a un viaje astral. Estriba en la creencia de que el alma abandona el cuerpo al dormirse uno y viaja por otros mundos y capas del universo. Nakata habría abandonado su cuerpo, tal y como dice él, y haber visitado otras dimensiones. Quizá aquel limbo que visita Kafka y Saeki visitó de joven. Así, al volver, no tiene recuerdos y tiene la habilidad de hablar con los gatos, porque, como estos animales, él vive en el “borde del mundo”. Palabras que le dice el gato negro a Hoshino también, una vez Nakata está fuera de juego (Capítulo 48, página 683, “porque los dos nos hallamos en el borde del mundo, hablamos una lengua común”).También un gato le dice que supo que Nakata podía hablar porque su sombra es la mitad de oscura que la de las personas normales y que conoció a una persona así y también hablaba con gatos. El tema de la sombra es curioso y es algo que también le ocurre a Saeki por “abrir la puerta de la entrada” e ir a ese bosque-limbo. Quizá es que las personas que visitan esa otra dimensión queda, una parte de su alma, en aquel lugar y por eso la sombra es de menor oscuridad.
Nakata es el pasado, por eso su parte de la historia está contada en pasado. Es el pasado porque su yo, su ego, se quedó atrapado en aquel día del incidente de la montaña del bol de arroz. El pasado que persigue a Saeki porque abrió la puerta de la entrada. Y es el pasado el que lleva a Saeki a la tumba, Nakata, como pasado, debe volver a Saeki para resolver el tiempo en el que se quedó anclada y abandonarlo de una vez.
Pero… ¿Nakata es tonto o no? Porque está “vacío” pero hablando con alguien dice que le vendría muy mal si de repente fuera listo porque no sabe hacer nada, que le conviene seguir siendo tonto porque el gobierno le paga y ya no sabría de qué trabajar, no tiene oficio. Quizá tan tonto no es. Y eso lo estuve pensando durante toda la novela.
Es un personaje entrañable, da penita porque parece que no encaja en el mundo en el que vive, pero es ayudado por todos. Se convierte en una especie de mesías cuando marcha a su misión de visitar a Saeki. Hace que lluevan pescados y sanguijuelas, cura a Hoshino la espalda... Vamos, un Jesucristo moderno. A parte de eso, no sabemos mucho de él ni de sus inquietudes. Durante un momento si parece mencionar que desea ser listo, pero que ya es demasiado tarde. A parte de eso, Nakata se mantiene como un punto muerto, hasta que, tras comenzar su misión, comienza a ver. Aunque él, como todos, termina como empezó, si acaso anhelando un recuerdo o un conocimiento que no puede tener, pero se mantiene Nakata hasta el final.
Una de sus particularidades es la relación tan extraña que tiene con los gatos, ya que parece actuar como ellos. Puede estar horas y horas esperando sin hacer nada, como los gatos, sentado en un punto. E incluso puede tener los ojos cerrados que si aparece alguien o algo se dará cuenta. Algo que también hacen los gatos, ya que aunque tengan los ojos cerrados están siempre alerta. Puede ser que Nakata pueda hablar con los gatos y tenga sus "particularidades" y Saeki no, porque él cuando estuvo en el hospital fue visitado por su gato mascota, y seguramente él pudo hablar con él ya que "ambos estaban en el borde del mundo".
Nakata, por otra parte, sufrió abusos cuando era pequeño. Su padre le pegaba, es algo que nos confiesa Nakata, aunque en ese momento suponemos que es por ser tonto. Pero no, la profesora nos confirma que fue desde siempre, porque cuando ella zarandeó y golpeó a Nakata en sus ojos vio el dolor. Vio una mirada perdida, sin esperanza, de haber recibido tantos palos. Es por eso que este personaje dice que "no conoce la violencia", que reconoce el peligro pero no que este peligro puede llevarle a la muerte, no tiene miedo porque vivió un infierno en su infancia. No conoce la violencia, porque para él es tan natural y normal como un saludo, vivió la violencia día a día.
Coronel Sanders y Johny Walken: dualidad
Me da igual que Murakami ladre que no son dioses y que están fuera de las leyes del bien y del mal, pero es que precisamente los dioses son así, seres a los que se les otorga poderes inimaginables y que no entienden las leyes de la dualidad moral. Somos nosotros, los humanos, quienes les categorizamos como buenos o malos, según circunstancias o creencias.En este caso, El Coronel Sanders es el bueno y Johny Walken el malo. Evidentemente, el segundo come corazones de gato para hacerse una flauta mágica. El Coronel Sanders es como un equilibrista del cosmos, trata de equilibrar el bien y el mal, que todo esté donde debe estar. Pero desde que Saeki abrió la puerta de la entrada todo se fue al garete.
Ambos son, no como dioses, sino como controladores del planeta/universo. Johny Walken hace su parte mala, pero él mismo dice que es su tarea, que nació para eso, para crear caos (Porque imaginamos que la flauta de almas no es para cantar nanas a los niños). Mientras, Coronel Sanders nació para lo contrario, para ordenar. Así que, por mucho que Murakami y el propio Coronel Sanders nos diga que no son dioses, en parte sí lo son. Son “dioses” que están por encima de las leyes humanas, pero que se rigen por las leyes cósmicas del orden y el caos.
Johny Walken es el que despierta a Nakata. Nakata comienza a reaccionar y toma la decisión de matarle, aunque también se ve obligado de algún modo. En ese punto Nakata cambia, o más bien vuelve a ser un poco el de antes, aunque no del todo. Ahí Nakata se da cuenta de lo que ha estado reprimiendo y de cuál es su misión.
El Coronel ayuda durante toda la trama a Nakata y Hoshino, sin él nada hubiera sido posible y esto encaja un poco con la visión griega de la tragedia, donde los dioses destruían barcos, alejaban a los protagonistas de su meta o les ayudaban en sus tareas. Aun así, la acción de los personajes es tan escasa que ver algo tan evidente como esto no encaja, ver como el Coronel, prácticamente, mueve por completo la historia de Nakata. Básicamente Murakami nos pone a dos personajes que no son tan importantes, como Kafka y Nakata, que son secundarios si los comparamos con Saeki, que es el punto 0. Aun así, veo también que se le da más importancia y páginas a Kafka que a Nakata, mucha más de hecho.
Sakura
Bienhechora de Kafka, chica que Kafka dice podría ser su hermana, a la que viola en sueños. Vamos, una tontería como una casa, pero bueno. Es buena gente, personaje plano como el resto, protectora con Kafka casi como una madre, como una hermana mayor…Aparece poco en la historia, pero cuando se entera de la relación o el amor entre SAeki y Kafka ya le huele raro. No es bueno para Kafka, no le traerá cosas buenas. Y tiene razón. Desde el principio, porque no le lleva a ninguna parte realmente, no le lleva a ningún final claro.
A parte de eso, algo ligerita de cascos, ya que tiene novio pero masturba a Kafka para “que se alivie” y encima confirmándose a sí misma que no es infidelidad, porque es solo para que se relaje y porque podrían ser hermanos. Son como hermanos. Sakura al menos se corta algo más, no se lo tira, la edad hace mucho, pero aun así juguetea con él.
Lo que me parece absurdísimo y fue de las cosas más absurdas de esta obra fue como Kafka violó a Sakura en sueños. Y es que encima se sentía culpable luego. Vale que Kafka confunda realidad con sueños, que ya no sepa en qué dimensión vive, pero es que ambas dimensiones se diferencian claramente, es Kafka que no está bien de la cabeza. Y aquí está el punto final: Kafka no sabe discernir porque tiene problemas mentales, la ansiedad, alterego, personalidad múltiple… Kafka tiene un trastorno mental, nombre del cual desconocemos, y por eso todo a su alrededor es como un sueño. ¿Síndrome de desrrealización?
Creo que Murakami podría haber jugado más con este tema, con sueños en realidad y realidad en sueños, con las paranoias mentales de Kafka, pero como está no está mal.
Simbolismo
Murakami me tiene un poco quemado, sinceramente, porque intenta de manera burda y forzada crear simbolismo en cada capítulo, en cada frase, en cada párrafo, que cada parte de la obra sea tan profundo como vomitar a Paulo Coelho. Sí, hay partes en las cuales las metáforas que usa son preciosas, encajan, pero abusar nunca es bueno y creo que Murakami se pasa, mucho.Lo importante es que estos símbolos o metáforas encajen con el contenido, la forma y, sobretodo, que tengan un mensaje claro, un mensaje esencial. VITAL. Porque si pones algo en la novela y es totalmente superfluo, ¿para qué narices lo pones? Mi problema es cuando tratas de ABIGARRAR tu narración. Un surrealismo barroco, tan estridente que daña la vista.
Y es que no todo tiene porque ser simbólico, no todo tiene porque ser profundo, señor Murakami. Muchos símbolos, se nota a kilómetros, son colocados por pura estética, por ese falso profundismo superficial que los pseudointelectuales tanto aman, porque no comprenden ni comprenderán, pero comprenden que es profundo y eso les vale. Y la foto queda perfecta para publicarla en Facebook. Un wow y unos cuantos likes de otros tantos que no entienden, y es que esto es como las obras de Miró, que no tienes nada que entender. Son símbolos vacíos de contenido. Que profundo es Murakami, que genio. QUE PRETENCIOSO.
No, no es cómodo, queda forzado, porque tratar de llenar la obra de estos elementos cansa, sobre todo cuando no es menester. Creo que lo mucho cansa y lo poco gusta. De hecho hay veces que el simbolismo alegórico que añade es que no tiene sentido alguno.
Ejemplos de simbolismo inútil:
Cuando Hoshino dice que nunca en su vida ha terminado algo, pero que esta vez acabará lo que Nakata empezó, ahora que ha muerto todo recae sobre sus espaldas. Capítulo 46.
- Incluso aquí vemos que tiene una razón de ser, pero es vacía, Murakami solo usa este pretexto para darle dramatismo a la obra, al momento. Para hacer que el lector se acerque un poco más a Hoshino, que reconozca su labor tan honorable, porque es que si no le damos un toque dramático al asunto queda como: pues nada, ahora me encargo yo, pues vale, me da igual. Sería tan seco que ya sería evidente que Hoshino no pinta absolutamente nada.
Ejemplos de simbolismo que sí es útil:
Capítulo 33, cuando Oshima y Kafka hablan de la libertad.
- Aquí vemos como Oshima trata de explicarle a Kafka que la libertad es como su mochila, con ella puede ir a cualquier parte, pero que no todos necesitan libertad, que algunos la buscan desesperadamente pero lo que realmente desean es ser esclavos, formar parte de alguien, subordinarse. En esta conversación tan simbólica (como la mayoría que tiene Kafka con cualquiera) vemos como Kafka está anclado a muchas cosas, es esclavo de la profecía, esclavo de su pasado y de su origen, de sus genes, de su padre aun estando muerto, es esclavo de sus impulsos sexuales, de Saeki por el deseo que le profesa, es esclavo de sus traumas y miedos que se presentan como el alterego cuervo.
Capítulo 43, cuando Kafka visita la ciudad del bosque (limbo) y conoce a los dos guardas.
- Uno de ellos le dice a Kafka que los fusiles están vacíos, que son un símbolo. La historia da vueltas al tema de la guerra y lo horrible que es, como destruye vidas incluso después de terminar, como marca a las personas. En este caso vemos como el bosque representa a Kafka, él es un chico fuerte en la superficie, trata de proyectar una imagen de fortaleza, que son los fusiles, pero en el fondo están vacíos como él. Kafka es un niño con miedo atroz tanto al pasado como al futuro, a tomar decisiones, a actuar, a atacar y quedarse parado. Kafka está perdido en la vida y estos fusiles lo simbolizan de esta manera. Por eso Kafka siente tanta ansiedad en diversos puntos de la novela, porque actuar o incluso quedarse parado a esperar pasivamente es un error en él, porque la vida le lleva por caminos que desearía nunca haber pisado y siente que no tiene el control de sí mismo (esto se repite en muchas ocasiones en la novela). Y por eso, fusiles, que son objetos usados, que nunca pueden decidir cuándo ser disparados.
Hablaremos de más en el análisis de cada capítulo.
Y esto es algo que los escritores modernos tienen que entender, que yo haga un dibujo simbólico no vale de nada si no tiene, tras él, una historia, una teoría, un mensaje para quién lo mira. Yo construyo ese código porque lo entiendo, porque tiene un lugar dentro del rompecabezas de mi cabeza, pero si ni tan siquiera yo sé que significa, si no tiene u lugar en mi interior, estoy engañando a la gente. Estoy vendiendo humo.
Gatos
Los gatos en Japón son criaturas que eran sagradas en la antigüedad y son animales muy respetados, se dice que si matas a un gato tendrás mala suerte por siete generaciones. Gatos, adorados en Egipto, Japón y en la actualidad en Internet. En este libro aparecen muchos gatos, parece que son como una especie, si no de dioses, algo parecido. Se enteran de todo lo que pasa con respecto a la piedra y Nakata. Y no solo eso, sino que son instrumento del autor para, nuevamente accionar la trama (ya que ninguno de sus personajes lo hace realmente, son elementos externos los que hacen que se mueva). El gato negro ayuda a Hoshino a acabar la tarea tras fallecer Nakata, es un instrumento de acción en la narración. No diría que son dioses porque este libro se pasa la religión y supersticiones por el arco del triunfo, pero son unos seres importantes en la cosmogonía montada alrededor de la trama. Si el “Coronel Sanders” no es ni dios ni diablo, y tampoco es humano ni tiene forma, los gatos de algún modo son animales —en esta novela— que viven entre ambos mundos. Entre el mundo sensible y cambiante, el mundo etéreo y el físico, el onírico y el real.Bosque
El bosque simboliza el viaje interior de autoconocimiento. Cuando una persona se adentra en un bosque está penetrando en su propio inconsciente, camina por su mente, descubriendo sus partes más oscuras.Los bosques son la frontera de lo desconocido, son pruebas y desafíos que debe pasar el personaje para el aprendizaje espiritual, para su evolución como ser humano, para cubrir aquellas zonas rotas por traumas, dolores y miserias y superar esos demonios internos que nos acechan.
En Japón muchos bosques son considerados sagrados, pues tienen una creencia de que estos pertenecen al umbral de lo mágico y espiritual, aportan energía y se sustentan (viven por sí mismos). Allí se le tiene mucho respeto a los bosques, son peligrosos porque sacan la parte más oculta del ser humano, porque allí residen las bestias de fantasía, nuestras propias bestias.
Enlace: Bosques sagrados en Japón
Cuervo
En la mitología japonesa el cuervo también tiene mucha carrera. Sagrados cuervos que simbolizan el sol, usados a veces con tres patas para representar a la humanidad, cielo y tierra, los tres conectados al sol, todos nacen de él (me recuerda al árbol Huluppu de la mitología sumeria, aunque aquí hablaríamos de un árbol que une inframundo, cielo y tierra).A pesar de que el cuervo está ligado a significados negativos, en sumeria era lo contrario y ya en el Atrahasis vemos al cuervo siendo el benefactor, al contrario de la paloma que también aparece en este relato.
El cuervo se considera un animal solitario, inteligente y entrometido en los asuntos de hombres. Aunque realmente los cuervos son seres muy sociales. En la mitología nórdica era el símbolo de Odín, este aparecía con dos cuervos, uno era la memoria y el otro el pensamiento. En la mitología greco-romana era el símbolo de Apolo. En el culto a Mitra (divinidad que se parece a Jesucristo pero "apareció" mucho antes que él) simbolizaba el sol y la luz.
También el cuervo, en algunas fábulas, hace actos ruines y malvados, símbolo de infortunio y mal agüero. El negro se relaciona con lo oscuro, la muerte, las sombras, lo que no se puede ver. Esto encaja a la perfección con el origen de Cuervo en el libro, es el subconsciente de Kafka, es la parte más oscura de él. Es un personaje que puede serle de ayuda, pero que a su vez esconde una faceta negativa, ya que no considero a Cuervo (el personaje) alguien benefactor para Kafka.
Como este artículo iba a quedar muy largo, lo dividiré en dos partes. La segunda parte se publicará la semana que viene.
SEGUNDA PARTE.
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